“Escribir novelas de
manera profesional implica numerosas servidumbres, y la principal es que el
autor tiene que vivir de su trabajo, de una actividad que en la mayoría de los
casos reporta escasos beneficios. Los tiempos actuales no son los de hace un siglo,
cuando un escritor ponía los principios por encima de cualquier vicisitud. Hoy
los autores, como las personas corrientes, aspiran a vivir y disfrutar de lo
mucho que ofrece el mundo, así que el escritor profesional (...) acepta cuanto
le ofrezcan, sin hacerle ascos (...) El mayor problema es que los autores que
deciden tirar por la calle de en medio, dedicarse a la literatura
profesionalmente, apenas se atreverán a correr algún riesgo, literariamente
hablando. Se acomodan en los protocolos impuestos, desde la manera de vestir
(mucho cuello de cisne) hasta decir lo apropiado (...) De ahí que se acomoden a
desempeñar cualquier papel, incluso si roza la impropiedad (...) El autor
literario es, pues, un producto (...) La novela se convierte así en un producto”.
Germán Gullón.
Los
mercaderes en el templo de la literatura.
Caballo de Troya, Madrid, 2004, pp. 65-71.
visto de esta forma casi va a ser una suerte que nunca vayan a publicarme.
ResponderEliminarSaludos, hacía tiempo que no te leía. Gracias por comentar y, sí, visto así, lo realmente bueno y literario es el no publicar...
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