viernes, 10 de septiembre de 2010

Solo en Gdansk, el miedo


Solo en Gdansk, el miedo alcanza la magnitud de los más de 14 pisos del hotel Hevelius. Solo en Gdansk, el pánico vuela con las gaviotas y los patos. Solo en Gdansk, aterrado frente al monumento a Solidaridad. Solo en Gdansk, el terror es una olla a presión, enorme, que no te deja respirar. El vapor se posa sobre el Báltico, el miedo se posa sobre el corazón. Solo en Gdansk, el horror inunda la basílica de María, las cervezas tomadas en un mirador sobre la desembocadura del Vístula saben más amargas. Solo en Gdansk, el miedo no sabe por donde escapar.
Solo en Gdansk, el miedo alcanza los 14 pisos del hotel Hevelius. Y yo abajo. Tan solo. Con tanto miedo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Soy Eugene Tooms


Pues sí, soy Eugene Tooms. Hoy lo verifiqué. Hace unas semanas vomité y vomité, vomité hasta arrojar el corazón al fondo de un cubo de acero y descubrí que tenía el corazón negro como el carbón y con lapas adheridas. Allí se quedó, flotando en bilis y sangre. Y ahora, cuando hoy me disponía a regresar a mi escondite en el fondo de una pared, en donde habita la bestia, el Minotauro de la calle 52, entonces, me dí cuenta de que yo era Tooms, el mismo Tooms. Han pasado 30 años y he intentado salir afuera. Me han vapuleado de semejante manera que no me queda más remedio que regresar a mi cubículo de bilis y frustración.
Volveré a salir a la luz cuando ya no moleste a nadie. Cuando no tenga a nadie que me acerque las gafas de ver de cerca y, entonces, sea inofensivo y no despierte vergüenzas.