domingo, 25 de marzo de 2018

Ucronías literarias o aquí se fabrican milagros históricos



Esta columna apareció en achtungmag.com:

http://www.achtungmag.com/ucronias-literarias-o-aqui-se-fabrican-milagros-historicos/

Durante estos días he estado hablando en mi cuenta de Instagram (@literatura_instantanea) de las ucronías, un género literario bien interesante: es una especie de novela histórica alternativa que se basa en lo que se denomina historia contra factual. Es decir, que el autor ficcionaliza sobre los “¿qué habría pasado sí…?”. Esto sirve para crear historias en donde los Aliados han sido derrotados por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, la Armada Invencible jamás sucumbe ante aquella terrible y traicionera tormenta, con la consecuente conquista de Gran Bretaña por parte de España, o el Sur derrota al Norte en la Guerra de Secesión Norteamericana. Unas posibilidades bien interesantes para llevar a cabo una ficción.

Esta historia alternativa ha ofrecido novelas realmente notables. El decurso histórico conocido se desarrolla de una forma normal hasta que, en un momento determinado, se produce una apertura hacia una línea histórico-temporal alternativa. Este momento, este punto de divergencia, tan cuántico porque establece otra línea de tiempo y espacio paralelo al que conocemos, se denomina punto de cambio, evento divergente o giro Jonbar.

ohn Barr es el protagonista de la novela La legión del Tiempo, del autor Jack Williamson. En ella, Barr se ve en la obligación de tomar una decisión que afectará la configuración del mundo futuro: o bien será una civilización utópica, o bien una dictadura distópica. De ahí la importancia de este punto de giro en la confección de las historias paralelas. Todo se pespuntea de la mano de la causalidad, al elegir entre una opción u otra.

De esa forma, Phlip Roth en La conjura contra América (Random House) establece unos Estados Unidos antisemitas desde su giro divergente: el aviador Charles Lindbergh derrota a Roosevelt en las elecciones presidenciales. O Robert Harris en Patria (Debolsillo) coloca a Europa bajo el yugo de nazismo dado que han conseguido derrotar a la URSS en lo que en nuestra realidad fue el desastre alemán de Stalingrado, pero sobre todo porque los nazis han enterado de que los aliados han descifrado su código ENIGMA y les envían falsos mensajes que conducen a la destrucción de la tropa británica.


Y en El hombre en el castillo (Minotauro) de Philip K. Dick el asesinato de Roosevelt (hay que ver lo ucrónico que es el hombre) ha llevado a los americanos a adoptar una política de no intervención y aislamiento que los lleva a no luchar en la Segunda Guerra Mundial, con lo que Estados Unidos acaba invadido —y dividido— por Alemania y Japón.


En España tenemos nuestras propias ucronías, claro, y Jesús Torbado escribió una (para alegría de unos e irritación de otros; desde luego a quienes le otorgaron el Premio Planeta de 1976 sí parece que les gustó) titulada En el día de hoy, en donde la República vencía a las tropas de Franco en la Guerra Civil.
Ucronías y sucesos con los que poder fabular tenemos tantos como queramos. Por ejemplo: a Maradonale anulan el gol marcado con la mano ante Inglaterra (sí, ese de la mano de Dios, ese mismo); Adolf Hitler es admitido en la escuela de Bellas Artes de Viena; triunfa el 23-F en España; estalla la bomba dePalomares; Kennedy sobrevive a la bala mágica en las calles de DallasInduráin da positivo en su quinto Tour o Iniesta se marca en propia puerta en la final del Mundial de Sudáfrica
O tal vez si el Mariscal Grouchy hubiera llegado a tiempo para auxiliar a Napoleón en Waterloo la historia de Europa y del mundo sería ahora otra, tal y cómo expone Stefan Zweig en sus Momentos estelares de la humanidad (El Acantilado).

Durante esta semana he leído y reseñado el excelente libro de Juan Laborda Barceló titulado En guerra con los berberiscos, en donde nos habla de las luchas de Carlos I y Felipe II en el espacio del Mediterráneo contra los turcos. Nos recuerda que Carlos I estuvo a punto de ser apresado, quién sabe si hubiera muerto, en el intento de la toma de Argel. En otro momento ucrónico nos ponemos a imaginar que aquello hubiera ocurrido, un Imperio español descabezado al estilo del Portugal de Sebastián I, que se dejó el pellejo en la batalla de Alcazarquivir, y al que ahora salvamos en un nuevaucronía ibérica.
Puedes leer la reseña que he escrito sobe el libro de Juan Laborda aquí:
Con tanto pirata berberisco, no pude evitar recordar a Cervantes preso en Argel, y manosear uno de esos “si hubiera ocurrido” que tanto me gusta imaginar. Después de cinco años de prisión, con otros tantos intentos de fuga fracasados, los turcos estaban tan cansados de él que ya habían decidido enviarlo a Constantinopla.
Aquello hubiera significado el final para Cervantes, pero en el último momento, y porque Hazán Bajáno quiso liberar a Jerónimo de Palafox por un precio que le parecía escaso, acepto 500 escudos de los padres trinitarios para que se llevaran a Cervantes de vuelta a España y, al parecer, lo desencadenaron en el último instante de una de las galeras en donde ya estaba embarcado y listo para desaparecer en la oscura noche de la Sagrada Puerta.
Imaginemos que eso no ocurre, que ese 15 de septiembre de 1590 el turco de origen veneciano se decide por liberar a Palafox y así precipita a Cervantes por el otro lado de la Historia, engullido por Constantinopla y su negro destino. Un destino del cual ya no regresaba cristiano alguno.
El Quijote se habría difuminado en el aire, tal vez dejando un pequeño rastro de tinta y polvo, las Novelas ejemplares y el Persiles serían inquilinos de las ideas, que es en donde se albergan todas aquellas novelas aún por escribir.
Del mayor genio de la literatura universal tan sólo nos quedaría La Galatea, novela pastoril publicada en Alcalá de Henares en 1585. Escaso bagaje para rendir cumplida batalla a ShakespeareDante o Goethe. Ese 15 de septiembre de 1590 debería ser nuestro día del libro, de las letras, porque marca el principio de la literatura en España y, tal vez, el de la novela moderna en el mundo.
Puestos a fantasear con estas ucronías literarias, me gustaría pensar en algunos suicidios que podrían haber salido mal, como el de José Asunción Silva. El escritor colombiano acudió a su médico, el doctor Manrique, para que mediante el engaño le dibujase el lugar exacto en donde se encontraba el corazón, certera diana sobre la que se disparó al llegar a casa. ¿Y si el médico hubiera entendido aquella petición como lo que era, reteniéndolo o convenciéndolo de que no se suicidase? ¿Qué otras novelas y poesías nos habría legado Silva?
También me gusta, por lo mucho que me apena, imaginar que algo fracasa en el suicidio de David Foster Wallace o, por qué no, en el de Sylvia Plath.
Y qué no decir de todos aquellos autores que de forma absurda fallecieron en accidentes de automóvil, desde el atropello que acabó con la vida Italo Svevo, el de coche de Sebald que colisionó con un camión, o el de Gesualdo Bufalino al empotrarse contra un vehículo que viajaba en dirección contraria en una carretera de la localidad de Comiso, en Sicilia, y eso que conducía su chofer… Podría detener el tiempo automovilístico para Manuel Altolaguirre en una carretera de Burgos y para Luis Martín Santos en las cercanías de Vitoria.
¿Qué obras tendríamos ahora en las manos si, como providencialmente le sucedió a Cervantes, todos ellos hubieran proseguido con su existencia en lugar de convertirse en las letras y las palabras de una enciclopedia?
O si, por ejemplo, Garcilaso de la Vega, tan militar como poeta, no hubiera sido uno de los primeros en subir por la escala durante el asedio al castillo de Le Muy. Así, no habría sido alcanzado por la piedra que lo arrojó al foso herido de muerte, su cabeza desmemoriada de futuras églogas.

Estoy acabando de leer un libro excelente del que prometo una pronta reseña. Se trata de Vidas de santos (Círculo de tiza) de Antonio Lucas. Es un compendio de desgraciados y de desgracias artísticas, y realmente aturde comprobar cuanto talento se perdió a causa de malas decisiones, pálpitos estúpidamente interpretados y casualidades sin sentido. El libro de Antonio Lucas es una mina para aplicar los “si no hubiera ocurrido” ucrónicos y quedarse solos.

Si no hubiera ocurrido el escape de gas que acabó con la promesa canaria de la poesía, Felix Francisco Casanova, o si Chusé Izuel no hubiera saltado en dirección a los adoquines de una calle de Barcelona dejando unos pocos poemas y un precario libro de cuentos…, si aquél, o aquella, o aquél otro, de tantos como aparecen en el libro, en su absurda desesperación de perdedores no hubieran segado sus existencias con la libertad irresponsable que te envalentona al poseer lo que en absoluto se desea.
O por ejemplo, se me ocurre, si el águila no hubiera confundido el cráneo de Esquilo con una roca sobre la que arrojar la tortuga que llevaba entre sus patas para quebrantar así su caparazón, cuando estaba quebrantando a la dramaturgia. O tal vez, si un rayo no hubiera elegido ese árbol de la Avenida de los Campos Elíseos, exactamente esa rama, para desprenderla de un chispazo sobre la cabeza del escritor Ödön von Horvát que se encontraba debajo…
Ya puesto, incluso puedo elaborar mi propia autoucronía, aquella en la que soy el protagonista. Entro en la cafetería de Ciencias de la Información y cuando paso delante de la persona que durante años me amargará la vida voy y miro para otro lado. Despliego mi propio punto de giro, mi divergencia afortunada y no la conozco nunca.
Ucronía doble porque, en otro lugar y en esos momentos, quizás un poco antes o un poco después, mi esposa no se topará con el que será su marido durante años. Entonces, puede que ambos coincidamos y no tengamos que esperar más de 25 años de túneles y alcantarillas para conocernos… Es mi ucronía utópica. A estas alturas creo que me la merezco. Al menos me he ganado el poder pensar en ella.
Aunque también podemos imaginar otro tipo de ucronía literaria en donde algunos autores de Best Sellers, ciertos poetas de lo obvio y un interesante número de integrantes de ese club, el club de los lugares comunes, no hubieran publicado jamás (soy generoso con ellos y no afirmo que no hubieran nacido), y sus artefactos pseudo culturales no se encuentran en librerías y escaparates. ¿Qué ocurriría entonces?
Pues no sé si alguien que ahora no lo hace quizás se animara a leer a Quevedo o a Cervantes, pero de algo sí que estoy seguro; todos caminaríamos más contentos por la calle. Como en un anuncio de medicamentos, se respiraría mucho mejor.

sábado, 24 de marzo de 2018

Gregorio Muelas: haijin urbano, poeta sonámbulo y crítico solidario


*Esta entrevista apareció en el blog de pensamiento poético Verde Luna:

https://verdeluna2012.wordpress.com/2018/03/23/gregorio-muelas-haijin-urbano-poeta-sonambulo-y-critico-solidario/


Gregorio Muelas es un estajanovista del trabajo poético. Arranca horas al sueño, a la noche y al descanso para poner en pie una obra enorme, no solamente dedicada a la forma lírica, sino que también codirige la Revista Crátera de crítica y poesía contemporánea. Como crítico, acaba de publicar Polifonía de lo inmanente(Lastura/Ediciones Juglar) y hace poco que firmó un precioso libro de haikus en compañía de su gemelo literario, el poeta Heberto de Sysmo.
Gregorio Muelas ha ganado el Poetry Slam del I Festival de Poesía de Valencia “Vociferio” 2011. Ha publicado los poemarios Aunque me borre el tiempo (Círculo Rojo, 2010) y Un fragmento de eternidad (Germanía, 2014), y el libro de guiones de cine Cuando la aurora le hable al tiempo (Círculo Rojo, 2011), además de prólogos y poemas en varias antologías de asociaciones literarias y culturales. Algunos de sus poemas han sido traducidos al japonés, al ruso y al rumano.
1-Uno de tus últimos libros es La soledad encendida (Ultramarina Cartonera), un libro de haikus escritos en compañía de Heberto de Sysmo, seudónimo de José Antonio Olmedo López-Amor. ¿Por qué el haiku? ¿A qué se debe que hayas elegido esa forma para expresarte poéticamente?
El haiku siempre ha sido un reto. Siempre se me ha colocado en una corriente poética que se nutre del culturalismo y de los novísimos, definiéndome como poeta torrencial. Por eso para mí era un reto, realmente, tratar de ceñir mi poética, mis versos, a un formato tan reducido. Era y es un reto apasionante, sobre todo por el hechizo y el encanto que posee el haiku, y por la corriente de espiritualidad que transmite.
2-: ¿Qué dificultades presenta el haiku para un autor occidental?
Con el tiempo me he ido dando cuenta de que es un mundo casi inabarcable, con un sinfín de subgéneros. Detrás de la aparente sencillez del haiku hay una gran complejidad. La inmensa mayoría de los poetas actuales afrontan el haiku como si fuera un género en sí mismo, y no lo es. Es una forma de vivir, una forma de trascender, y esto es lo que me apasionó. Por eso quise que mi creación poética siguiera esa vía, aún sin olvidar que somos autores españoles que escribimos en castellano y que practicamos un haiku desde este aquí y desde este ahora. De eso trata el haiku, además, de hablar de este momento, de eternizar un instante, que ese instante se perpetúe a través de esa pincelada, de ese poema que es incompleto y que el lector con su experiencia va a completarlo en la lectura.


3-El haiku exige, incluso, una tipografía propia y que se edite de una manera determinada, como demostráis en el libro de La soledad encendida
La importancia de que el haiku figure justo en el centro de la página y que navegue ese negro sobre ese blanco, sobre esa nada, en un concepto muy zen, aunque no sea el zen el punto de partida del haiku, sino más bien el taoísmo. El haiku debe figurar de esta forma en el libro para que se pueda paladear mejor. De hecho, los grandes autores aconsejan que se lean de dos a cuatro haikus, no más, y que se relean porque en una primera lectura siempre se escapan matices y con cada lectura se enriquece ese contexto que tenemos que reconstruir entre todos y, fundamentalmente, el lector. El haijin tiene que estar sumido en esa tensión poética, contemplar ese instante y plasmarlo en la página y que luego lo interprete el lector de la mejor forma posible, que se aproxime a ese espíritu inicial del autor que lo plasmó.
4- Sin embargo, existe una “crisis del yo” en la literatura de mitad del siglo XX hasta la actualidad, con una literatura del desarraigo a causa de la pérdida de identidad y de esa imposible búsqueda por recuperarla. Tal vez uno de los motivos por los que el haiku esté de moda sea porque hemos experimentado esa pérdida de la identidad…
En efecto, somos conscientes de que hay un vacío espiritual, de hecho la crisis económica es una crisis de valores…
5-Entonces ¿todavía crees que la poesía es un arma cargada de futuro?
Bueno, yo he transformado ese aserto tan manido de Cantos Íberos de Celaya y siempre digo que es un arma cargada de esperanza. A mí me sirve, no sé si la poesía tiene más o menos poder terapéutico, pero me sirve para vivir. No entiendo la vida sin la poesía. Tanto es así, que no sé muy bien en donde empieza el poeta y en donde acaba la persona, o al revés, porque conformamos la misma materia lo poético y la persona. La poesía convive conmigo, eso no lo puedo desarraigar de ninguna forma. Yo estoy inserto en mi contexto laboral y soy poeta también porque intento hacer las cosas de una forma original. A mí la poesía me mediatiza favorablemente.


6-¿Entonces logras conciliar la tarea poética con los asuntos meramente laborales?
Ese conflicto lo vivo a diario. Cuando estoy trabajando me lo estoy planteando todo el rato. Siempre busco la vía más original para intentar salir de ese contexto de la realidad impuesta. Vivimos en este momento de crisis, tanto económica como de conciencia, crisis en todos los sentidos, e intento aportar ese granito de arena para huir de ella buscando ser diferente desde la originalidad que todos y cada uno poseemos. Estoy habituado a la típica frase de “es que tú eres diferente”, “es que tú vas contra corriente”, “es que haces cosas que los demás no hacen”. A mi ese reconocimiento me incentiva para seguir en este camino en donde he sido muy precoz. A los siete años ya escribía mis primeros poemas y cuentos…
7-¿Es la poesía una forma de conocimiento?
La mejor forma de conocerse a uno mismo es decirse a uno mismo, plasmarse a uno mismo y compartirlo. Siempre he creído que la poesía sirve para compartir. Dejarla en un cajón no sirve para mucho. Sin duda, la vocación de la poesía es ser compartida. Además, yo creo que siempre acabara aflorando cualquier obra literaria, aunque esté pernoctando en un cajón durante un tiempo. Recuerdo el caso de La conjura de los necios de John Kennedy Toole… La obra siempre saldrá a relucir en algún momento. A lo mejor no sale hasta que debe, porque en el momento en que se hizo no era el adecuado. Hay muchos autores que van un pasito por delante. Por eso creo que la vocación nuestra es encontrar ese pasito, ir por delante y decir algo diferente, pero desde la humildad, porque yo no entiendo el arte sin humildad. De ahí el empeño de derrotar el “yo”, que inconscientemente siempre se filtra en la obra. Es un poco paradójico…, qué menos que escribir desde un “yo”, qué menos que buscar una identidad; en este caso se trata de que desde ese “yo” podamos compartir algo

8- ¿Cómo entiendes el dedicarte a una tarea como la poesía, algo completamente anticapitalista, en un mundo de literatura capitalista?
A mí me estimula. Soy rabiosamente consciente de que prevalece una literatura consumista y que la poesía es esa forma de socavar esa literatura que no podemos evitar, pero sí al menos debilitarla. Uno puede prostituirse en muchos aspectos, pero plegarse a aquello que va en contra de tu propia identidad cuando todavía la estás configurando…, porque la configuración de la identidad propia dura lo que dura una vida, y por eso plegarme a ese tipo de literatura comercial me crearía un conflicto aún mayor por esa plena conciencia que tendría, entonces, de que no estoy inserto en el mejor contexto para desarrollarme como quisiera.
9-¿Qué opinas del blog de pensamiento poético Verde Luna?
Pues me encanta que haya otro blog que se encuentre en la misma sintonía que mi blog La Biblioteca de Gregorivus, y que coincida con mis ideas poéticas. A través de las Redes Sociales, de Facebook, también puedes aprender mucho si sabes mirar. Os sigo, sigo el blog, y por ejemplo la visión personal que tú diste del libro de Heberto de Sysmo, La Flor de la vida, me sirvió de mucho a la hora de enfocar mi propia reseña. Así se completan las visiones críticas de las obras. Este tipo de blogs son muy necesarios precisamente por eso. Así que os doy la enhorabuena por el blog, de verdad.
10-Despídete con un pensamiento poético.
Uno debe escribir desde uno mismo y no hacia alguien, no tiene que pensar en el posible lector porque puede que ese lector no exista. Hay que escribir poesía desde sí hacia sí. Luego habrá alguien a quien le valga. Lo que es válido para uno también tiene que ser valioso para el lector, y de ahí el componente solidario de la poesía. La poesía es un faro para desarrollar el pensamiento crítico.

lunes, 19 de marzo de 2018

Revistas literarias en España: entra la utopía, la heroicidad y la clandestinidad


*Esta columna apareció en achtungmag.com:

http://www.achtungmag.com/revistas-literarias-en-espana-entre-la-utopia-la-heroicidad-y-la-clandestinidad/


El pasado viernes 9 de marzo asistí a la presentación del número 3 de la Revista de poesía y crítica contemporánea Crátera. Mientras escuchaba a dos de sus valedores, los poetas valencianos Gregorio Muelas y Jose Antonio López-Amor, al crítico José Luis Morante, y a la traductora Elisabeta Botan, todos empeñados en el esfuerzo que representa la revista, reflexioné acerca de la imposibilidad de lo que estaban llevando a cabo: una revista en papel en un mundo digital que se ha propuesto acabar con los libros, una revista sobre literatura en una sociedad que segrega las humanidades con un desprecio incomparablemente zafio, una revista de poesía en un mercado editorial en donde la poesía es minoritaria y está en mano de blogeros y presentadores de televisión, una revista de crítica en un país que no admite la crítica, que se alimenta del pensamiento único y que aborrece que le lleven la contraria. Curiosa aspiración a complicarse la vida la de estos amigos de Crátera.

Allí, en la Sala de Juntas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares, mientras de las paredes colgaban las orlas de algunas promociones de licenciados en Historia o Humanidades —negro, negrísimo futuro el suyo— el crítico Jose Luis Morante mencionó la importancia que las revistas literarias habían tenido en España, país de gran tradición en este asunto. Y José Antonio Olmedo recordó a una de las grandes publicaciones: Papeles de Son Armadans.
En efecto, en derredor de algunas de estas revistas literarias se han gestado Generaciones importantes de escritores, se han recuperado autores que parecían perdidos para siempre, se ha dado voz a quienes más difícil lo tenían para publicar, se han rescatado firmas tratadas con injusticia y se han dado a conocer genios noveles. En este sentido, la tradición española de la revista literaria es enorme y Crátera, por supuesto, debe insertarse en ella.

Sin ir más lejos, esos Papeles de Son Armadans nacieron al abrigo del Premio Nobel Camilo José Cela, durante su residencia en Mallorca. La revista, que existió entre 1956 y 1979, hasta que se ahogó por problemas de financiación, fue puntera en muchos aspectos. Con Caballero Bonald como subdirector, por las páginas de los Papeles pasaron algunos de los escritores más importantes de ese periodo en España, dándoseles un lugar a quienes se encontraban en el exilio. Así, además de CastelletDámaso Alonso o Sánchez Ferlosio, también frecuentaron la publicación los AlbertiCernudaAltolaguirre o Emilio Prados.

Los Papeles, además, contribuyeron activamente a la publicación de artículos en catalán, vasco o gallego, junto a una importante labor editorial editando importantes colecciones de poesía.
Otra de estas revistas importantes es Litoral, fundada en 1926 por los poetas Emilio Prados Manuel Altolaguirre, y que se mantiene en la actualidad, aunque se vio interrumpida por la Guerra Civil y no retornó hasta 1968. Esta revista, creada en Málaga, se considera decisiva para configuración de la Generación del 27. Por sus páginas ha pasado lo más granado de la literatura española, desde Lorca yAleixandre hasta Gómez de la Serna Dámaso Alonso, padre de la estilística.


No me quiero olvidar de mencionar a la Revista Cultural Turia, y en concreto a una de las personas que fue su alma, la escritora aragonesa Ana María Navales, durante muchos años codirectora. Turianace en Teruel en el año 1983, por ella han pasado más de mil autores y ha dedicado monográficos a una variedad inmensa de escritores distintos: la poeta y Premio Nobel Szymborska, otro Nobel, Czeslaw Miłosz, Onetti, MagrisVirginia WoolfBoris VianBernhard…, así hasta el próximo número dedicado al escritor suizo Friedich Dürrenmatt.


Y en 1923 apareció el primer número de la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset. Por ella pasaron algunos de los filósofos y pensadores más determinantes del momento, siendo un referente, además, en el panorama de la literatura hispanoamericana, de la cultura, del arte y de las humanidades.


Sin embargo, y pese a que todo esto me resulta enormemente atractivo, mi cariño por la Revista de Occidente proviene de que la primera traducción de una obra de Kafka a otro idioma fue La Transformación, vertida al castellano en junio de 1925, apenas un año después de la muerte del autor, y casi tres años antes de que apareciera en francés. El texto apareció como una traducción anónima en los números 24 y 25 de Revista de Occidente, bajo el título de La Metamorfosis. Desde entonces, se divulgaría con ese nombre por todo el orbe de habla hispana —y se especula con dos buenos conocedores de la lengua alemana como posibles autores: el director de la Revista, Ortega y Gasset, o tal vez el secretario de redacción, Fernando Vela—. Así de importantes son este tipo de revistas.

Y una de esas revistas que son producto de los mundos cibernéticos que vivimos, pero que lleva una tarea a cabo realmente notable a pesar de ser digital (ya me he manifestado por el papel como una forma de heroísmo), es Granite & Rainbow —nombre tomado de una publicación de Virginia Woolf, no en vano su directora, es Ainize Salaberri, escritora y traductora de Woolf—. La revista digital nació en 2010 y puede descargarse gratuitamente desde su página web: http://www.graniteandrainbow.com/
Muy interesante es su número 32 dedicado a la novela gráfica, pero invito a los lectores de Achtung! a que se den un paseo por la web y buceen en algunas entregas notables, como la 34 y la 27, siempre tratando temas de lectura, literatura, traducción…, y teniendo como referencia grandes autores.

Por cierto, tengo entendido que en 2011, y gracias a eso tan de moda como es el crowfunding, un número de Granite & Rainbow apareció en papel. Una heroicidad más en el haber de todos estos personajes empeñados en llevar la contraria cultural.
Vista la importancia de estas revistas, a las que podría añadir la legendaria El UrogalloEspadaña —con su compromiso antifranquista y social—, La Fiera Literaria —del añorado García Viñó—, Lateral—del húngaro afincado en la Barcelona cultural, Mihály Dés—, Quimera…, todas cumpliendo con su función en relación al momento en que aparecieron (aglutinar una Generación, oponerse al régimen político, fomentar el aperturismo), debemos considerar la aparición de Crátera como un suceso gozoso, pero también hay que considerar como milagroso que ya haya alcanzado su tercer número ofreciendo las altísima cotas de calidad que contiene. Porque a mayor calidad, menor comercialidad, más clandestinidad, y en eso no cabe duda: Crátera, se mueve en la clandestinidad poética que proporciona la libertad intelectual.
Crátera es poesía vocacional, pero entiende también que para que la poesía exista debe rodearse de un aparato crítico que la sustente. Por ese motivo, los números de la revista están estructurados en dos partes bien diferenciadas, separadas por una entrevista.

Del lado de acá se ofrece poesía, en todas sus variantes. La sección de poemas inéditos de grandes autores españoles como Luis Alberto de Cuenca en el tercer número, Angel GuindaJaime Siles, en otros números, y después los haikusMuelas y Olmedo son dos autores destacados de haikus, lo que se denomina haijines, están especializados en ellos, y tratan a este género con la consideración reverencial que se merece, y por ello mantienen una sección fija en la revista.
Además, se atiende a la poesía experimental y visual y se dedica un amplio espacio a la traducción de poesía de otros países: RumaníaGreciaBulgaria
Después de la entrevista, del lado de allá, se abre el territorio para los amplios trabajos de investigación y para una de las razones de ser de la revista: la crítica. Así, diferentes poetas reseñan, analizan y construyen sus críticas sobre poemarios y las lecturas que han llevado a cabo, componiendo una segunda parte de la publicación completamente dedicada al aparato crítico que es como una guía, una brújula o un faro para que podamos discernir actualmente por qué complejos derroteros avanza la creación lírica.
Esta “utopía literaria” que es Crátera, tal y como se refirió a ella el crítico Morante durante la presentación, ha nombrado a una serie de delegados internacionales que la representan por el mundo: en Gran BretañaEstados UnidosRumaníaGreciaPortugal, y que han conseguido que la publicación se presente en los Institutos Cervantes de ChicagoLondresLeeds o Manchester. De esa forma, la revista se está convirtiendo en un referente internacional.

Es indudable que apoyar a este tipo de revistas como Crátera se convierte en una especie de acto de resistencia cultural. Crátera se trata de una provocación poética que se mueve de espaldas al mercado comercial, al capitalismo literario que todo lo inunda. Por eso, es imposible detectar ni una gota de servilismo en ella, no se reseña un poemario que no merezca la pena, ni se regalan elogios dictados por secuestros editoriales, ni se deben favores bastardos. Y eso es lo que, en mi opinión, la hace tan grande.

viernes, 16 de marzo de 2018

El imparable deseo de ser Tom Petty


*Esta reseña apareció en Mi Nueva Edad:


Intérprete: Tom Petty & the Heartbreakers
Título: Greatest Hits
 Discográfica: MCA/Geffen
Género: Rock
Duración: 65 m; 17 s.
Número canciones: 19
Fecha de publicación: 1993.

El imparable deseo de ser Tom Petty

El 2 de octubre del año pasado, de una forma completamente sorpresiva, fallecía Tom Petty a los 66 años, uno de los mitos del rock. El motivo, un infarto producto de la fuerte medicación con la que trataba de paliar los dolores de una cadera rota con la que había estado de gira por Estados Unidos; 53 conciertos para celebrar el 40 aniversario de su banda, los Heartbreakers. Un cóctel de siete medicamentos para seguir en pie, entre los que estaban el fentanilo, el Xanax, la oxicodona, junto a otros somníferos y antidepresivos, que dictaron el triste veredicto forense de “muerte por sobredosis accidental”, y el músico ingresó, por derecho propio, en los altares del rock. Hasta aquí su vida.
Ahora su música: Se puede bucear en su discografía, tan extensa como talentosa, a la búsqueda de ese disco que lo define como guitarrista inspirado y grandísimo compositor de canciones con raíces en el folk y en el country, todo ello junto a su tono característico de voz y a los estribillos pegadizos. En esa investigación gozosa destacan álbumes como Damn The Torpedoes (1979), Long After Dark (1982), Full Moon Fever (1989) Into TheGreat Wide Open (1991) o Mojo (2010).
Sin embargo, en esta ocasión es muy recomendable el Greatest Hits del año 1993, porque es un disco completo que se ha convertido ya en un clásico. No puede resultar mejor la selección de temas: un recorrido por lo más granado de sus ocho discos más emblemáticos, además de un par de canciones inéditas notables, en especial Mary Jane´s Last Dance.
Así, el poco avezado en Tom Petty, o también el experto, pueden tener a mano y en un solo disco desde sus inmortales éxitos primerizos —aquella emocionante American Girl, casi un himno generacional, junto a BreakdownListen to Her Heart o la pegadiza Don´t Do It Like That—, pasado por los temas inmortales —The WaitingEven The Losers— y llegando a los súper éxitos —I Won´t Back DownLearning To Fly y, como no, Free Falling—.
Además, el disco permite dar un repaso al elenco de superestrellas que en una u otra ocasión han colaborado con Tom Petty: Jeff Lyne, el líder de la Electric Light Orchestra, George Harrison, el batería Jim Keltner o la otra parte del dúo Eurythmics, el guitarrista David Stewart.
Estos Greatest Hits abarcan y resumen toda una época de rock americano, de rock del bueno, de rock con sentimiento, de amor por los riffs de guitarra, toda una declaración eléctrica y amplificada de lo que debe ser la música directa y sin complejidades, esa que hunde sus raíces en la música más tradicional, en el blues, en el jambalaya y en la Creedence Clearwater Revivial de los hermanos Fogerty, pero que también toma elementos prestados de los Eagles, Bob Dylan, Fleetwood Mac o Johnny Cash.
Esta es la herencia musical de la que se alimentó Tom Petty, un músico excepcional, con una sensibilidad especial a la hora de componer canciones, y esta es una parte de la herencia musical que nos deja con su desaparición, demasiado temprana y en plena madurez creativa.
Este legado se resume muy bien en este disco de Greatest Hits. Cuando lo escuchamos se nos mueven las piernas al ritmo del rock, y si vamos en coche no podemos evitar la necesidad de bajar las ventanillas y corear a pleno pulmón ese Free Falling ya inmortal que parece resucitarnos. Esta es la verdadera aportación de Tom Petty a la historia de la música: el imparable deseo que tenemos de formar parte de sus canciones cuando las escuchamos.