Hoy, 28 de agosto, he despertado nublado y frío, todo yo mapa de
isobaras y bajas presiones, agudizado ese dolor en el costado que vengo
sintiendo desde hace casi diez días. Por las noches extiendo la mano al vacío y
se me llenan los puños de nada y, el costado, de nuevo mi costado, siente ese
frío de cauterio.
Esta mañana de 28 de agosto soy una mancha de estación metereológica,
soy mapa de borrascas mientras le hablo a la almohada que me contesta sin tus
palabras.
He derramado los ojos de miel en el tarro del colchón, he dolido de
costado a bajas temperaturas y, con ello, estos días, he viajado con Marty McFly
a un pasado de roturas de los amores, de refrescos y azúcares derramados en las
barras de escay de los bares, de máquinas de tabaco como mortajas, amargas y
cicateras, de besos al aire de cianuro, desganados.
Hoy, 28 de agosto, esta mañana del 28 de agosto, soy mineral frío y
duro, mineral corroído y corrosivo en mi costado. Pongo Too long in exile de
Van Morrison con la esperanza de que su voz solar derrita el frío con el
terciopelo de su curación.
Esta mañana del 28 de agosto, esta mañana, he regresado de nuevo con
McFly, para retornar a mi vida anterior, a mi vida de aspirante a nada, para
que juntos recojamos esa miel derramada de los ojos y entrelazada con el
edredón; para que seas tú la que venga con el calor de tu aliento a susurrarme
que somos la vida, y con ese aliento derritas el frío de patio de colegio en
matinal de enero que me juguetea, acaracolado, encabritado en el costado, a
meda mañana enfurecido por el mordisco de la soledad del hambre, que me hunde y
que me llaga.
Porque no me cabe duda alguna: será tu aliento, después tu
respiración, y luego tu boca, y tus labios, los que implantaran ese termostato
de Robocop en mi costado de serie B, para así olvidarme de las cenizas del frío,
redimirme en tu calor de pistolas láser y abrazarnos como si formáramos parte
de un descomunal juego de Tetris humano: tú, la pieza en forma de ele de color
rojo, y yo, la pieza del cuadrado azul: encajados en mi deshielo de un helado
día de una gélida mañana del 28 de agosto y de un despertar sin ti que ha sido
todo silencio e implosión como el instante en que se dinamitó Alderaan.
Sí, hoy 28 de agosto, es como esa mañana atemporal en que se despedazó
Alderaan, todo silencio y frío azulado y negro de galaxias y espacio, con la
tristeza girando sin gravedad como una enorme pieza del Tetris humano
desparejada.
Te escribí un comentario y no se editó... Pero ya te he dicho lo que opino. Si supiese escribir, éste podría haberlo escrito yo, me sentía igual.
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