El
equilibrista, desde aquellos monótonos días de su infancia en que subió al
tejado, nunca volvió a pisar el suelo. Ahora, tras la muerte de su madre, sus
zapatos fueron chocolate amargo con la tierra del cementerio y por las piernas
le subió la certeza del vértigo.
jueves, 24 de agosto de 2017
Chocolate amargo
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