sábado, 28 de abril de 2012

El peso de la oscuridad (redux)


El peso de la oscuridad:
la habitación cerrada: el cuerpo sobre la cama: entre el revoltijo de sábanas: el teléfono descolgado: el auricular en el suelo: persianas bajadas: ventanas cerradas: en la oscuridad todo puede suceder... angustia, odio, agobio... ahogo: exactamente eso: como si le dieran una paliza y el dolor en todos los huesos del alma de perro apaleado en húmedo portal de insoportable hedor a orines a frescos orines mezclados con azufre y el portero -con úlcera- lo golpea con una escoba y expulsa del único lugar donde puede refugiarse de la lluvia el animal... con lo mal que huelen los perros cuando se mojan: una peste humillante: todo su ser exhala miseria... a ratos las cosas parecen ir mejor para, de pronto, dejarse caer y reventar en la oscuridad del más hondo y profundo pesimismo y caminar durante horas bajo la lluvia para apestar, así: el alma se empapa y apesta durante días fríos días semanas tristes semanas meses -duros meses- años... crueles años crueles años de su existencia: vaga por la ciudad estancia de la soledad su soledad: perdido entre las multitudes busca y cree encontrar una cara conocida y amiga: nunca nunca jamás lo logra y el dolor dentro y hondo muy dentro y muy hondo muy hondo: hondonada gusarapienta como una angina de pecho... sí, tal vez así: un dolor agudo como mordisco en algo existente en el interior y que es lo más sagrado e intocable de la naturaleza humana: no comprende... tal vez sería buena decisión la de simular simular simular simular simular y hacer como sí...  que parezca que... en el momento álgido ella llamará -puesta sobre aviso- para salvarlo y todos aquellos que ahora lo desprecian y lo humillan e ignoran –eso es lo peor- acudirían en masa al hospital con un peso de culpa y pediría quedar a solas con ella y así podría gritar que tan sólo era el principio y que la próxima vez no fallaría porque se tiraría desde una ventana y tras llorar un poco vendría la reconciliación... ella volvería a su lado y ya la felicidad de por vida... pero no, imposible: algo resultará mal algo fallará en el plan seguro siempre sale algo mal -por no decir que todo le sale mal- seguro seguro algo fallará seguro seguro seguro la seguridad en el fracaso es su mayor seguridad en sí mismo: llamarla por teléfono y simular una despedida despechada tras un litro de Marie Brizard y una caja de Valium y asustarla un poco y decirle adiós y que no merece la pena llorar ni luchar: entonces una desagradable voz automatizada insiste: por sobrecarga de las líneas llame más tarde y ya no tiene tiempo para hacerlo no tiene tiempo para marcar de nuevo y apenas puede articular palabra en la espiral de frustración que arropa la nebulosa opresora sobre el pecho  y la oscuridad aparece ahora sí de forma definitiva aplastándolo contra la cama y vomitándolo todo porque en la oscuridad todo puede suceder y un clic y la comunicación se corta pero no ha muerto porque la vergüenza impuesta por su cobardía resultaba tan estridente y devastadora que ahogaba todo lo que se encontraba a su lado y actuaba como un contraveneno.

(cuadro de Antonio López)

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