jueves, 11 de agosto de 2011

Bukowski, a las tres y media de la madrugada


¿Cómo te sientes sabiendo que has sido el Gran Amor de la vida de alguien, en concreto de él? Dime, ¿cómo te sientes? ¿Cómo te sientes por la mañana, al levantarte, al preparare la primera taza de café? ¿Cómo puedes desayunar, lavarte la cabeza, vivir sabiendo eso? ¿Cómo te sientes cuando preparas a los niños para llevarlos al colegio? ¿Cómo soportas la jornada laboral, allí en el cubículo del trabajo, tan segura como estás, en la certeza de que has sido y eres el Gran Amor de la vida de alguien y que decidiste no verlo más? ¿Cómo te tragas la comida, en la pausa a la hora de comer, vuelves a casa conduciendo entre el tráfico denso, maldiciendo en medio del atasco? ¿Cómo lo haces, dime, cómo? ¿Cómo puedes cenar, acostarte, decirle "buenas noches cariño" a quién permanece ahora a tu lado cuando sabes que has sido, y eres, el Gran Amor de la vida de alguien? Aunque haga años que ya no sabes nada de él. ¿Cómo puedes conciliar el sueño?

Muy lejos de allí, o tal vez no tanto, quizás, incluso, bastante cerca, alguien apague la luz a las tres y media de la madrugada, todavía entusiasmado porque ha leído unos relatos de Bukowski que le han erizado el corazón, un segundo antes de que al sumergirse en la oscuridad sienta la punzada, de nuevo la punzada, esa de antes de dormir, la que garantiza la noche en vela, la que asegura que, en efecto, has sido y eres su Gran Amor y nunca, nada, podrá cambiar eso. Por mucho tiempo que pase, desayunos, hijos, jornadas laborales, atascos, cafés, comidas de negocios y relatos de Bukowski:

El dolor inalterado en su bonita urna de plástico transparente.

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