domingo, 12 de agosto de 2012

siberiada


de nuevo la noche marcando récords de calor nunca alcanzados en la ciudad y de nuevo el universo de congelación en mi cuarto universo emanado de mi corazón pero nada de avisar a los bomberos como en otra ocasión quizás ahora sea más sencillo desplazarme por la casa y ordenar los nuevos armarios para cedés así uno al lado del otro bien juntitos mientras brota lo helado desde mi pecho y carámbanos se van formando encima de mi cabeza carámbanos con todas las letras de tu nombre que he pronunciado y ahora se pinta en hielos en el cielo raso puedo arrancar la patita de una de las letras y sorberla como un polo aunque pronto he descubierto que su sabor es amargo y flemoso mocoso y las arcadas hacen que me asome por la ventana para descubrir en el patio las lucecitas de las casitas de los vecinos recalentados en la asfixia del agostillo con el zum zum burrum de los airecitos acondicionados y el ziss ziss de los ventiladores deambulando por el salón azulado de televisores cuando cierro la ventana a la bocanada de tufo tropical y me devuelvo al piso iglú junto al cris cris cris catacrís de mi corazón que punza con sus ruedas dentadas en el pecho al agrupar los cedés en sus armaritos siento los dedos cada vez más congelados entrando en la gangrena como garras y todos los discos y esas canciones que significan ahora tanto en la escarcha porque ya no tienen ningún sentido sin ti y por eso significan tanto y por eso no tienen ningún sentido y significan tanto y sin sentido y en lo alto el letrerito de hielo con tu nombre en cubitos que me he fabricado al pronunciarte y en el corazón de la ciudad sulfurosa un pequeño piso bajo cero y en medio del piso bajo cero ahora es mi corazón sulfuroso que boquea como un herculano y con todo su calor no puede derretir el universo de congelación de mi soledad y de tu nombre y de la ausencia que se abre en la cama en el pasillito y en mi cuarto junto al armarito empotrado como una siberiada y con los dedos manos y labios acristalados de pavor y frío deshilacho lametones a las grietas heladas en el pladur de tu nombre

y saben a sangre

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