domingo, 27 de noviembre de 2011

Warszawa Centralna


Fue una tarde de cumpleaños hace mucho tiempo, en los vestíbulos de la estación de Warszawa Centralna. Arriba, el monumental edificio del Palak Kultury hería la historia y el dolor de la ciudad. Abajo, entre mendigos y grupos de ucranianos desplazados, contemplábamos la televisión local en los monitores cubiertos de grasa. Era fácil entender la noticia, a pesar de los subtítulos en polaco y el volumen apagado: Freddie Mercury había muerto.
Fue en Warszawa Centralna, entre grupos de ucranianos y de piojos, entre pobres y ese olor de goma requemada, de queroseno barato que emergía de la boca de los andenes. Allí, en una pantalla, Freddie Mercury había fallecido. Allí, entonces, recordé que era mi cumpleaños y que necesitaba llamarte. Decirte todo lo que te quería.
Allí: encontré un locutorio y te llamé.
Sólo lágrimas.
Sólo lágrimas, no encontré al otro lado de la llamada nada más que eso: lágrimas.
Sólo lágrimas: al otro lado del teléfono, extendiéndose por toda Warszawa Centralna y mezcladas con el humo y el vaho, con el queroseno requemado que retrepaba por la garganta.
Sólo lágrimas, y las imágenes, excesivas, de Freddie Mercury que había muerto y. al otro lado, tu voz, que era la voz de tu dolor porque te esforzabas para quererme hasta reventar las lágrimas: sin resultado.
Todo ello: en Warszawa Centralna.

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