
Hoy la he visto desde un ventanal: charlaba animada con una amiga, reía carcajadas, parecía feliz... gesticulaba, ajena al dolor que se apelotonaba arriba, tras las cristaleras: crudelísima arquitectura señor Del Prado.
Y, luego, se puso a llover.
Reflexiones de una mente enferma sobre el mal de la escritura
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