domingo, 27 de noviembre de 2011

El "valiente y respetable enemigo" enterrado


Veinticuatro de abril de 1918:

Era una mañana entre nublada y soleada que terminó por cerrarse con grandes y negros nubarrones que eligieron descargar una pesada lluvia en el mismo momento en que se enterraba el féretro de Manfred von Richtofen, alias el Barón Rojo.

El ataúd desfiló a hombros de los miembros de su escuadrilla. Encabezaba la marcha un cura que recitaba responsos y, a los lados, varias filas de soldados en actitud marcial presentaron sus armas y honores a los restos del piloto caído y, en extraño y romántico gesto, una de las coronas que adornaban el ornato fúnebre fue enviada por sus propios adversarios. En ella podía leerse:

A nuestro valiente y respetable enemigo.

Repetidas salvas de fusilería, bajo la tenaz lluvia, acompañaron las paletadas de tierra que ocultaron el féretro.

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