viernes, 4 de noviembre de 2011

Mi prerrogativa


Sentado, solo, a cualquier hora de la madrugada en cualquier lugar, acodado en la barra de cualquier bar en cualquier noche, bebiendo cualquier whisky, el otro día, alcancé una conclusión: realmente he querido de verdad a tres mujeres en mi vida. Una no sé donde está, no sé de ella desde hace años. De la segunda, después de muchísimo tiempo, tuve noticias hace poco y, la tercera, simplemente, a veces, podría verla con recorrer la distancia de veinte o treinta metros que me separan de ella, pero el dolor intenso de su desamor me lo impide.

En ese bar, solo, solo, a cualquier hora de la madrugada en cualquier lugar, acodado en la barra de cualquier bar en cualquier noche, bebiendo cualquier whisky, el otro día, alcancé otra conclusión: cuando se ha querido a alguien tanto como yo os he querido a vosotras, una parte de mí ya queda dentro, viaja siempre allí donde vayáis, estará siempre acompañándoos. En cierto modo, vuestro éxito en la vida es el mío y vuestro fracaso es una pequeña porción de mi derrota. Así que, donde quiera que hayas estado, yo he estado allí, y tú, mientras te casabas, yo estaba allí, y mientras parías a tus hijos, también estaba allí. Y tú, sí tú, mientras viajas en autobús, o comes, o ríes, o lloras o follas, yo estoy allí. De hecho, ahora, que puede que estés durmiendo o borracha, ahora mismo, sí ahora, también estoy allí, contigo.

Y esto es algo que ni todo el odio, la indiferencia o el desprecio podrán evitar. Es mi prerrogativa. Y a esa conclusión llegué el otro día: solo, a cualquier hora de la madrugada en cualquier lugar, acodado en la barra de cualquier bar en cualquier noche, bebiendo cualquier whisky.

No hay comentarios:

Publicar un comentario