martes, 24 de mayo de 2011

Todos tus discos


Cariño:
¿Cómo van las cosas en tu pequeño mundo?
He querido empezar esta carta con una frase sacada de Burning Sky, la canción de los Jam que tanto te gustaba, que tanto nos gustaba. Porque sí, en efecto, oigo tus discos, todos tus discos, todos esos discos que una vez, alguna vez, significaron algo.
Aquí el tiempo pasa despacio: fumo mucho -no, no he podido dejarlo-, veo a veces la televisión (fíjate, yo viendo la tele), también leo, leo hasta que me escuecen los ojos: Valéry. Eliot, Joyce, Kafka, Bernhard... No hay libro en cuyo fondo no encuentre una lágrima.
Pues sí, oigo todos tus discos. Al atardecer el tiempo se pone de tormenta, se levanta un aire frío desagradable. Frente a la chimenea, hipnotizado con el chisporroteo del fuego, casi puedo vislumbrar las notas de cada canción de Immaculate Fools o de los Silencers... entonces, cierro el libro que tengo entre las manos, de golpe, me abalanzo sobre el papel, con un ahogo escribo:
Cariño...

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