miércoles, 25 de mayo de 2011

Adolfo Hitler, traductor de Madame Bovary


Adolfo Hitler, traductor de Madame Bovary, trabajó incansablemente, día y noche, noche a la luz de una vela (una vela porque había que ahorrar que lo de la traducción no daba dinero y, por eso, cenaba una lata de sardinas, en tomate, eso sí) en noches inacabables de signos y dicciones, en noches de frío y calor, sobre todo de frío, en su buhardilla de Ingolstadt.
Adolfo Hitler, traductor de Madame Bovary, había aprendido francés leyendo el Cándido de Voltaire y puso en florido Bühnendeutsch de Ingolstadt las palabras hipoclorhídricas de Flaubert.
Adolfo Hitler, traductor de Madame Bovary, cuando acabó de traducir Madame Bovary, su trabajosa traducción, se agarró una borrachera de cuidado, allá por 1933, y fue atropellado, en plena plaza mayor de Ingolstadt, en plena curda, por el primer camión de basura que había comprado el ayuntamiento de Ingolstadt, cuando cruzaba, haciendo eses, la plaza mayor del ayuntamiento de Ingolstadt.

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