miércoles, 29 de diciembre de 2010

Me sangran las manos...


Me sangran las manos... de escribir tu nombre en Internet, de buscar retazos de tu vida en el espacio de la red; me sangran los dedos de teclearte, Sherlock Holmes de la www, estúpido Harper, investigador privado de laceraciones y uñeros. Se me escurre la sangre por los brazos, llega a los codos. Muevo el ratón enfurecido, pulsación tras pulsación que me aproxime a un resquicio de tu vida virtual, de tu sonrisa virtual, de tu perfil de Twiter o Facebook.
Me sangran las manos, los dedos: hasta que sólo sean muñones y sea consciente de que esa sangre, que fluye a borbotones en la yugular, que empapa el teclado, es la única realidad aquí del único corazón que late.

2 comentarios:

  1. A veces nos basta eso, ver su nombre en Internet, saber que existió, que fue verdad, que no hemos creado un amor para seguir sintiendo. Te entiendo.

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  2. Que me entiendas me sirve de mucho. En mi caso, además, no existió, existe, es. De ahí el dolor.

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