miércoles, 29 de diciembre de 2010

Al estilo de Thomas Bernhard


Me contaron una vez que un hombre de Linz, que trabajaba en una empresa de Salzburgo vigilando el subsuelo de Salzburgo, las alcantarillas, los colectores, los sumideros, las desembocaduras, los sifones, ese hombre de Linz, que trabajaba en Salzburgo, decidió un día, bueno en realidad ese hombre de Linz que trabajaba en Salzburgo lo decidió una noche porque trabajaba en el turno de noche vigilando el subsuelo de Salzburgo, decidió, decía, que esa mañana, cuando todos se incorporaran al trabajo en el vetusto palacete de Salzburgo en donde estaba instalado el Centro de Vigilancia de Subsuelo, decidió que esa mañana los mataría a todos. Para eso, aquella noche de helada en Salzburgo, el hombre se llevó una escopeta de caza de cañones recortados con la que solía matar pájaros en el Obersalzberg. Así que esa mañana, cuando llegaron sus compañeros a darle el relevo, los mató uno a uno, incluso a su jefe, hasta alcanzar la docena. Después, confesó a la policía de Salzburgo que lo hizo porque había estudiado la carrera de Literatura en la localidad belga de Lovaina y, desde entonces, deseaba hacer algo al estilo de Thomas Bernhard en su libro El Imitador de Voces. Y aquello es lo que había hecho el hombre de Linz que trabajaba en Salzburgo vigilando el subsuelo de Salzburgo y había estudiado Literatura en Lovaina: algo al estilo de Thomas Bernhard.

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