jueves, 9 de diciembre de 2010

Desde mi torre de Amras


Desde mi torre de Amras contemplo una extraña manera del paso del tiempo. El tiempo son saetas de dolor, de punta envenenada, que infectan mi cerebro. Desde mi torre de Amras, recluido en el asco de la bestia, en la oscuridad de la vergüenza, en la ira de la derrota, en la incomprensión por no merecerlo, repaso, como un libro de claves, Amras, de Bernhard. Desde mi torre de Amras leo Amras. Y descubro que:
-"el mundo sólo actúa y comprende siempre a partir del mal"
-"tenemos que volver a existir otra vez, en contra de nuestra voluntad"
-"la tristeza gobierna la razón"
-"cada uno es de por sí el centro destructor de toda destrucción"
-"en torno a nosotros y dentro de nosotros y con nosotros se desmorona todo"
-"lo veo todo como una estación transformadora de todas las desesperaciones"
-"en el fondo sólo existe lo que nos ha atormentado y lo que nos atormenta"
-"sólo existe lo que nos atormenta siempre (para nosotros)"
Desde mi torre de Amras leo Amras.
Desde mi torre de Amras leo Amras y cada vez entiendo menos no haberlo merecido, cuando debería entenderlo más, cada vez más.

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