*Este artículo apareció originalmente en el sitio achtungmag.com:
http://www.achtungmag.com/agosto-mes-la-literatura-cuantica/
Este
mes de agosto que ya se acaba se celebran dos nacimientos determinantes para la
literatura moderna: los de Jorge Luis
Borges (el día 24) y Julio Cortazar
(el día 26). Ambos, buscaron elevar el relato a la categoría de un arte maestro
mediante la innovación técnica, las tramas sorprendentes y un empleo
revolucionario del espacio y el tiempo. Sin lugar a dudas son dos
representantes de aquello que se ha dado en denominar literatura cuántica. Si a ello añadimos que el 18 de agosto se
conmemoró el aniversario del nacimiento del francés Robbe-Grillet, otro mago a la hora de quebrar el espacio-tiempo,
puedo afirmar que el mes de agosto es el mes de la literatura cuántica. Ahora bien, parafraseando a Murakami, ¿de qué estoy hablando cuando
hablo de literatura cuántica?
Desde
1995, el crítico literario Manuel García Viñó, venía publicando
una serie de artículos sobre la novela
cuántica —que él escribía con la letra Q, quántica— que cristalizaron en un texto fundamental, La
novela relativista y quántica. Materiales para la construcción de una teoría
aplicable a otras artes, publicado como un folleto por parte de la
revista Heterodoxia, y prácticamente
imposible de conseguir hoy en día.
El
planteamiento de Viñó al respecto es
muy simple:
“la novela, desde Cervantes hasta el
siglo XIX, fue novela newtoniana. La novela propia del siglo XX y principios
del XXI es y será novela relativista y quántica”.
Por ello, el
tratamiento del espacio/tiempo es
determinante en la novela cuántica,
que alcanza mucho más allá de las analepsis
y prolepsis —es decir flashbacks y avances súbitos en el
tiempo— convencionales de la novela clásica. Se produce una unión entre futuro
y pasado dando lugar al espaciotiempo
o a lo que Maldonado Alemán en su
estudio de 2006 titulado Günter
Grass (Síntesis), calificó
como pasapresenturo, un término
atemporal grassiano que en las teorías de García Viñó es una característica
inequívoca de la novela quántica:
“no hay espacio y tiempo, sino espaciotiempo.
Como quiera que las perspectivas espaciotemporales, según la teoría einsteniana de la relatividad, son
cambiantes, para expresarlas se necesita un nuevo lenguaje y una nueva
estructuración del texto que implique al observador, esto es, al novelista y,
en su momento, al lector (…) En el espaciotiempo,
las cosas no ocurren, sino que, simplemente, son” (Viñó, 1995: 12-13).
El
principal elemento que caracteriza este tipo de literatura es la abolición del
tiempo como absoluto, un concepto desgajado de las teorías de la relatividad de
Einstein. Si una novela es un
pequeño universo que se contiene en sí mismo, y por extensión un poema o un
poemario, incluso una obra de teatro, que se expanden con su lectura, y actualmente
ha cambiado nuestra concepción del universo gracias a las teorías cuánticas,
por ende, el pequeño universo literario ha evolucionado y mutado obligatoriamente
a la par de esas innovaciones.
Porque
aunque aquí estoy hablando de novela
cuántica, es extensible a otros géneros. Así, encontramos poesía cuántica —el poemario La flor de la vida, de Heberto de Sysmo, o Mar
de Chira, de Montserrat Doucet—,
incluso teatro cuántico en El tragaluz de Buero Vallejo. Si estás interesado en
leer algunos análisis míos sobre estas obras, puedes encontrarlos en los
siguientes enlaces:
Si
la mecánica cuántica aboga por la
inexistencia del espacio ilimitado, que es posible retroceder en el tiempo y
que hay infinitos universos paralelos, ¿acaso no estamos definiendo la
estructura narrativa de la novela moderna? Muy recomendable, para adentrarse y
poder entender estas teorías cuánticas, y otras muchas, es el libro de David Jou, Introducción al mundo cuántico: de la danza de las partículas a las
semillas de las galaxias (ediciones Pasado & Presente).
La novela
clásica es un relato de nacimiento, vida y muerte, ya sea de un personaje o
de unos ideales, o de una empresa entendida como un intento de llevar algo a
cabo situado sobe el tiempo lineal. La cuántica,
acota un instante sin pasado ni futuro, es una visión fragmentada de muchos
sucesos a la par, sin ninguna linealidad. El ámbito de la novela clásica es una parte del mundo, el de la cuántica, el universo.
Así, basándose en que la realidad no es aquello que los sentidos nos
dictan, ya que el universo no se mueve ni obedece en función de las leyes de un
determinismo newtoniano sino en
función del principio de indeterminación,
la concepción cuántica universal marcará
de forma determinante la manera de ofrecer la realidad mediante el empleo del tiempo y del espacio puestos en perspectiva relativa. Espacio y tiempo se
diluyen, comparten el mismo lugar, corretean mezclados para dar lugar a nuevos
sucesos temporales en la concepción de la novela
moderna. Con la desaparición del tratamiento clásico del espacio y
del tiempo se dará lugar a otros fenómenos
temporales que situarán a las novelas en un nuevo paradigma literario.
Me permito proponer como
ejemplo de novela cuántica que
trasforma desde ese punto de vista la perspectiva del espacio-tiempo, y que se instala en el nuevo paradigma, la obra Matadero
Cinco (Anagrama), de Kurt Vonnegut, escrita en 1969.
Además, en esta nueva novela cuántica la idea
del personaje protagonista se ha visto alterada gracias al perspectivismo y a
la recreación de lo espacio-temporal.
Ya no aparece un personaje central al estilo clásico, ya no se puede designar a
un personaje central como el protagonista del fluido novelístico, sino que ha
sufrido una mutación para integrarse como una pieza más en el engranaje
narrativo y colocarse al servicio del mecanismo narrativo-literario en
conjunto.
A diferencia de lo que sucede en la novela clásica –el argumento y la trama
obedecen a la lógica– en la cuántica los
parámetros espaciales y temporales alumbran ilimitadas variaciones de un
acontecimiento. Todo el eje narrativo se supedita a la interpretación subjetiva
y también, por ello, a las dudas, ya que los sucesos y el devenir de los
personajes se presentan ahora como puntos en el marco de lo espacio-temporal.
Pasado y futuro son tan reales y presentes como el presente propiamente dicho. Se ha dinamitado el espacio-tiempo clásico, se ha
reprogramado como un espaciotiempo mucho más interesante. Entre este tipo
de novelas puedo citar como ejemplares Austerlitz (Anagrama) de W. G. Sebald, o tres del autor albanés Ismaíl Kadare: Spiritus, La cena equivocada y El
accidente —todas ellas publicadas en Alianza Editorial—, por citar algunas novelas ya del nuevo siglo XXI.
Un análisis de Spiritus puedes encontrarlo aquí:
En
un intento de cristalizar todas estas ideas, en el año 1998 apareció publicado en España el libro El cadáver de Balzac: Una visión
cuántica de la literatura y el Arte (Epígono), de Gregorio Morales. El texto pasa por
ser el manifiesto fundacional de la estética
cuántica en España, al que le
siguió el nacimiento del Grupo de
Estética Cuántica, apoyado por algunas publicaciones en revistas
filológicas americanas. Sin embargo, tal vez por el fallecimiento repentino de Morales, o porque El cadáver de Balzac se
perdía en laberintos teóricos y críticos sobre la creación y el arte, la literatura cuántica quedo aparcada en España. Además, las novelas cuánticas
de Morales, incluso una obra de
teatro cuántica sobre Marilyn Monroe,
fueron editadas en editoriales pequeñas y actualmente son casi imposibles de
localizar.
La teoría
cuántica propone una nueva estética que
“parte del hecho de que la realidad no sólo no se agota en las apariencias,
sino que puede conculcar las leyes que consideremos sensatas; el mundo continúa
más allá de donde hasta ahora lo habíamos creído y lo hace de forma no
familiar, vulnerando el espacio, el tiempo y la causalidad” (Morales, 1998:
16).
La aplicación de esta nueva estética a la literatura,
en donde los materiales de trabajo del escritor son, básicamente, el tratamiento del tiempo y del espacio,
parte más de una necesidad del avance científico técnico que de un mero
modismo, aunque, para ofrecer el justo contrapunto, no puedo dejar de citar la
obra de Alan Sokal y Jean Bricmont con el significativo
título Imposturas intelectuales (Paidós
Ibérica), en donde ofrecen su propia y particular lectura de la aplicación
de ciertas ciencias a las artes, entre ellas la física cuántica, concluyendo que muchas veces se toman estas
teorías como un paraguas en donde refugiarse para, finalmente, no aportar nada
novedoso.
Por ello, es cuestión de lector, cuando se aproxime a
una novela cuántica, concluir que
parte existe de palabrería en todo esto, y cuánto de talento. Los textos que yo
recomiendo en esta columna son, sin la menor duda, algunas de las mayores obras
maestras de la Literatura.
Espero
que todas estas teorías que he expuesto ayuden a aclarar qué es la literatura cuántica, y que definan los
motivos por los que considero a Borges
y Cortazar como autores cuánticos. Si quedase alguna duda, aparte de recordar el
inmenso puzle que es la novela Rayuela, podemos echar un vistazo a
relatos cortazarianos como Continuidad en
los parques, Las babas del diablo o La
noche boca arriba, y gran cantidad de cuentos borgianos tales como El otro, El jardín de los senderos que se bifurcan o La biblioteca de Babel, donde lo laberintico y lo recursivo, el
eterno retorno, la alternancia de planos temporales, y los saltos cuánticos,
crean un universo propio. Puedes consultar aquí algunos análisis míos de estos
relatos, aplicando la plantilla cuántica:
Y
no sólo estos dos argentinos representan esta corriente, que es toda una forma
de narrar y novelizar, y en la que podemos incluir a escritores como Kafka, Faulkner, Joyce… y un
larguísimo etcétera. Hace muchos años, ya expuse mis intenciones de abordar una
teoría literaria cuántica ante los
alumnos de una clase de Master de
Literatura Hispanoamericana, con motivo de mi análisis de El
recurso del método (Alianza
Editorial), novela de Alejo
Carpentier. Entonces, fui interrogado por aquellos muchachos poco menos que
como un chalado. Afortunadamente, en la Universidad
de San Jose de Costa Rica he encontrado un auditorio algo más moderno y
abierto; ya estoy preparando mi segunda videoconferencia sobre el tema, que
daré el próximo día 31 de agosto, ¡bendito mes cuántico!
El
tema es apasionante, la renovación de la novela se encuentra en la manera de
quebrantar antiguos moldes, en generar novedosas formas de narrar…, y como
muestra de la inmensa riqueza que destilan todas estas teorías, dejaré para una
futura columna —que tal vez sea escrita en el pasado o en el presente, o en
ambos a la vez—, mis digresiones sobre otro tipo de literatura que se contiene
dentro de la cuántica: la literatura de fractales. Pero eso ya
será en otro plano temporal.
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