jueves, 8 de marzo de 2012

La balada del Power Ranger (Rojo)

Para MT, que con un comentario suyo me inspiró la historia...

Ciudad Límite-Fremarcio 2096.

En el Vate-Bar se agolpaban borrachos, desarrapados, perdedores: ansiosos por engullir una monodosis más de Gin-Ebria. Los tragos en equilibrio sobre el alambre de las reyertas, las ofensas de boca torcida, gargajo y mirada bizca: resueltas a navajazos. Y en una esquina el Aedo-Matic, que por unas monedas te canta la epopeya que elijas de una larga lista:

Vida y muerte de Sancho Panza. El asesinato del último poeta. La truculenta historia de los amoríos desgraciados entre Emma Bovary y Lara Croft.

El obrero manual especializado Manuel Especialista tenía un mal día. Tras mucho picar el hielo, esta vez no había conseguido alcanzar la Norma Individual. Eso ya sabía bien lo que significaba: el despido fulminante. En cuanto el MacroSupervisor lo comprobase estaría en la calle. Perdido. Le quedaban unas monedas justas para una última monodosis de Gin-Ebria y para seleccionar su balada favorita: la del Power Ranger (Rojo).

Se aproximó al Aedo-Matic (máquina propiedad de Industrias El Aedo de Orión, todos los derechos Interestelares registrados, prohibida la copia o reproducción sin permiso de cualquiera de sus cantos en este o en cualquiera de los otros mundos conocidos). Introdujo el dinero. El Aedo-Matic iluminó sus ojos de un rojo vivo y con una voz metálica y angustiosa empezó a recitar.

Fueron tiempos buenos y brillantes para el Power Ranger (Rojo), el Gran Quasar (por siempre vigilante de nosotros) así lo permitía, Tenia éxito, fama, dinero, y no dejaba de aparecer en la Hiperpantalla abarrotando aquellos lugares a los que acudía. El Power Ranger (Rojo) era amado y admirado por todos, y sus heroicidades cantadas y loadas: cuando derrotó al Endriago de mefítico aliento, cuando devolvió la Manzana al Árbol del Paraíso… Sus modélicas acciones agradaban mucho al Gran Quasar (siempre ocupado de nosotros), y por ello el Power Ranger (Rojo) disfrutaba de una vida de riquezas, doncellas y comodidades.

Sin embargo, porque el mal también está en la naturaleza de los héroes, el Power Ranger (Rojo) no fue inmune a abrazar una vida de infamia, perdición, de corrupción y perversiones vergonzosas. Bajo su coraza metálica latía una pila de litio carbonosa, lo que no agradó en nada al Gran Quasar (siempre anhelando sabernos). Para rellenar los huecos de carencias que, como en un Puzzletron, faltaban en su vida de Power Ranger, lo primero que hizo fue darse a la MegaMeta, de la que consumía toneladas y toneladas. Eso lo llevó a comprar sin tiento ni prudencia obras y obras de Teoría y de Crítica Literaria -desde eones prohibidas por el Gran Quasar (siempre ocupado en ocuparse de nuestras ocupaciones)-. Y lo malo no era que comprase esas obras infecciosas, no, lo peor era que copulaba con ellas.

El escándalo llegó cuado fue sorprendido con su sacacorchos mecánico-retráctil introducido en un volumen de Lector in Fabula. Las fotos tomadas por centenares de Boboviles saturaron, atascaron y asquearon la GúgolRed en cuestión de nanosegundos, y achicharraron su reputación. En una pinza manual: la botella de Gin-Ebria estatalizada. En la otra pinza manual: una tableta de MegaMeta que chupaba de hito en hito. Entre las piernas hidráulicas: Lector in Fabula. ¡Vaya escándalo! Y en los Bobopics tomados por los Boboviles se apreciaba ese sacacorchos repulsivo, chorreando aceites y grasas robóticas, con la repugnante punta retorcida y estriada. El Gran Quasar (que cuando se enfada y llora provoca agujeros negros) estaba muy disgustado, contemplaba la escena desde lo alto y ponía en marcha sus cálculos micromillonésimos para arrancar su análisis particular de la situación y ejecutar un castigo.

Ajeno a su amargo final, el Power Ranger (Rojo) continuaba humillándose copulando con obras prohibidas de la extinta tradición de la Crítica Literaria. Ahora le tocó el turno al Canon de Bloom, después se mancilló con textos de Propp y Barthes. Sin embargo, donde de verdad se la jugó, fue al acoplarse a un volumen de Mimesis, de Auerbach. Ese era el autor más aborrecido por el Gran Quasar (que cuando aborrece desaparecen civilizaciones milenarias). La primera decisión tras el advenimiento al absoluto poder cósmico del Gran Quasar (que cuando decide se secan océanos y se enfrían soles) había sido eliminar todos los registros de Auerbach existentes para que jamás hubiera existido. Después se cernió la oscuridad de la inexistencia sobre todos aquellos que hubieran practicado alguna vez la infamante práctica de la Teoría y de la Crítica Literaria, pero hubo, por un tiempo, un microcosmos que se opuso resistente: en el CosmoDerrida se construyó toda la sociedad sobre los teoremas de la deconstrucción de Derrida: allí eran obligatorias las bebidas deconstruidas, el combinado de Gin-Ebria deconstruido, la fabada asturiana deconstruida, el besugo a la espalda deconstruido… Eso duró lo que el Gran Quasar (que cuando sueña arden los meteoritos) quiso. Y con un soplo, con una intención tan sólo, destruyo a los resistentes.

Y cuando se hartó, fulminó al Power Ranger (Rojo), pero no lo redujo a cenizas. No lo incineró, sino que lo sometió a humillación pública, le obligó a reconocer su iniquidad, le arrancó una a una sus corazas de plutonio y terminó por emascular ese infame sacacorchos retráctil que había quedado en la memoria de todos…

Un borracho de Gin-Ebria golpeó la Aedo-Matic con furia. Al parecer esa balada le desagradaba, y el obrero especializado Manuel Especialista se ahondó en una reyerta que, como en alguna ocasión, en alguna otra ocasión, otro aedo había escrito: acaso no sabría manejar

Cuando era degollado, el obrero especializado Manuel Especialista recordó, no sabía bien el motivo, unas líneas de otro aedo tan anónimo como el anterior: ¡Como un perro!, se dijo…pero no tuvo tiempo de que el resto de las palabras pudieran sobrevivirle.

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