lunes, 26 de septiembre de 2011

100 amigos


La semana era siempre muy dura, difícil, y después estaban esos brutales turnos de guardia de fin de semana, de forma que tan sólo le restaba una parte de la tarde del viernes y la noche para descansar, para compartirlo con alguien; como todos los viernes: nunca había nadie. La solución era acercarse a su vieja librería de segunda mano y extraviar el doloroso tiempo con la nariz metida entre los ajados libros.

Sin embargo, aquel viernes, era diferente: el dolor y la angustia mayores que de costumbre o más insoportables o más insufribles de lo ya de por sí terribles que solían serlo: y necesitó a alguien. Necesitaba, desesperadamente, ver a alguien, quedar con alguien, hablar con alguien. No pedía nada más que eso. Que le dedicaran dos horas, acaso una, de atención: que le demostraran que era humano, que aún importaba, minúsculamente, pero importaba. Que va.

Tenía 100 amigos en Facebook. Se puso a ello: el número 100 estaba ocupado: acudía a un bautizo. Lo sentía… quizás el mes que viene podrían verse. El 99 había pillado la gripe y el 98 acababa de tener una niña. El 97 estaba comprando un pollo asado y la 96 en el dentista. Al 95 le dolían las muelas y el 94 acudía a una cita con el abogado y la 93 en el cine. Hubo varios números que no respondieron, pero el 83 estaba visitando a su madre, la 80 de viaje de negocios, el 76 de vacaciones en Canarias, el 70 en un concierto, el 63 había quedado con la novia, la 60 había quedado con el novio, el 54 jugando al tenis, la 50 jugaba al pádel, la 45 nadaba en la piscina, el 35 montaba en bicicleta, la 27 tenía resaca, el 26 estaba borracho, el 25 se estaba emborrachando, el 24 tenía una fiesta esa tarde, el 23 estaba en una fiesta en ese momento y la 22 había estado en una fiesta, el 20 no podía hacer más que una cosa cada día y la 19 necesitaba hacer planes con semanas de antelación… la 14 cocinaba una tarta, el 12 hacía limpieza general, el 11 veía la tele, la 7 se iba al fútbol, el 6 al teatro, el 4 se debía acostar pronto, a la número 3, simplemente, no le venía bien quedar, el número 2 estaba desganado y la número 1 había conocido a un chico absolutamente maravilloso y ni podía y ni quería hablar de otra cosa que no fuera aquello, totalmente empachada y emborrachada de su propio ego.

100 amigos del Facebook=0 amigos reales.

Se borró del Facebook como un primer paso: el borrarse del mundo digital era tan sólo el adelanto del futuro, del futuro: borrarse del mundo físico, un pasito temporal entre su cuello y la soga.

Y salió de casa, para meterse entre los volúmenes gastados de la librería de viejo de la calle Dulcinea y pasar otra tarde de viernes con sus verdaderos amigos: ellos no le fallaban, siempre estaban ahí, dejándose manosear: Frank Yerby, Ángel Palomino, Luis Romero, Elena Quiroga, Frank Slaughter, Vicky Baum, Sven Hassel, León Uris…

Mientras la ciudad duerme, Médico de cuerpos y almas, Gran hotel, El cacique, La zanja, La noria, La gangrena, El astrágalo, Hijos de Torremolinos, Madrid Costa Fleming, Batallón de Castigo, QBVII…

Y al salir de la librería, derrotado, sintió como si todo el desprecio que acumulaban esos libros, todo el polvo y la porquería, se le hubiera arrojado sobre sus espaldas, sin remedio.

Sintió arcadas y empezó a vomitar entre dos coches: y vomitaba letras y letras y más letras. Páginas enteras de novelas.

Contempló con ojos llorosos el charco de páginas de libros que acababa de dejar al lado del bordillo y se dijo:

Dios mío, he fracaso incluso en esto, incluso en la literatura.

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