martes, 19 de julio de 2011

Despojo en un barrizal -homenaje a Winkler (o al estilo de Winkler)-.


Soy un despojo en un barrizal.

Despojo: los restos del pescado que reposan sobre el mostrador, coagulados de sangre y coagulados de moscas, coagulados de rojo y coagulados de negro; las raspas ensangrentadas de una merluza con su estúpida cabeza de ojos muy abiertos no comprendiendo lo que sucede; una anguila putrefacta se escurre desde el cesto al suelo plagado de cucarachas y golpetea con un chapoteo enlodado; el lomo áspero de las rayas que presentan su repulsivo envés blanquecino de quirófano, glande cuarteado y reseco al sol; la cabeza de res sonrosada que gotea fluidos apestosos colgada de un gancho; un perrillo que corretea por entre los puestos del mercado con los ojos enfermos y pegados de pus, legañoso y comido de piojos; un cuchillo que corta y sierra tuétanos y rasga pieles y despende pelarzas que son arrojadas sobre el barrizal.

Barrizal: un charco fangoso sobre cuya superficie aceitosa flotan los mosquitos que se alimentan de pequeñas gotitas de sangre, de pequeñas partículas de muerte, de pequeñas lágrimas de orina, de salivazos y escupitajos; una regacha de agua estancada y pestilente sobre la que zumban los avispones que se frotan las patitas al sorber la porquería del fondo arenoso; restos de cerveza pisoteada, meados, mocos, sangre, esputos, serrín, pelarzas y un despojo que aterriza, con un chasquido repulsivo, sobre el agua ennegrecida que se agita en vaharadas.

Soy un despojo en un barrizal.

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