sábado, 30 de abril de 2011

Desde el fondo (segunda lacrimosa)


Vete a la mierda, me avergüenzas, me avergüenzo de ti, me avergüenzo de tus actos, le dijo ella mientras en los andamios de su cara se ennegrecía una gran sombra de cicuta.
Él rompió a llorar: ni cicuta, ni vitriolo: sólo lágrimas.
Perdona, ella quiso suavizar el arsénico: hablo sin pensar, y sus susurros seguían hirviendo como radiación sin traje de amianto.
Que va... pensó, dijo, filosofó, sentenció él su trago de veneno: hablas desde el fondo del corazón.
Se miraron.
Ella pensó (pero no dijo, calló, calló, calló): joder, que bien me conoce: si está en lo cierto.

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