*Este artículo apareció originalmente en el sitio achtungmag.com:
http://www.achtungmag.com/librerias-segunda-mano-purgatorio-los-libros/
El
pasado dia 19 de julio se cumplió el
60 aniversario del fallecimiento del
escritor italiano Curzio Malaparte.
No he encontrado ni rastro, ni una reseña, ni un comentario al respecto, por
ningún sitio. Es como si Malaparte
hubiera sido borrado de la memoria de la literatura, pero yo sé muy bien en
dónde uno puede seguir hallándolo: en las librerías
de segunda mano. Allí esperan, con los brazos abiertos entre el olor a
papel viejo, numerosos volúmenes de sus obras. Y como el italiano, hay una
legión de escritores que desde la ignominia del olvido soportan el purgatorio de los anaqueles
polvorientos con un cartelito al lado que es como una especie de epitafio: “Todo
a un Euro”.
Si
aquellos lejanos días de publicación, de ser colocados en las tiendas,
mencionados en prensa, y de verse mecidos en las manos de los lectores, fueron
el paraíso para los libros de un
buen número de novelistas, ahora, esos mismos ejemplares languidecen en el purgatorio medio oscurecido de la
librería de segunda mano, a la espera de ser rescatados o, definitivamente,
condenados.
La
piel, de Curzio Malaparte y publicada en 1949, es una de esas obras que no
merece semejante castigo. De entre lo mucho que escribió, es sin duda su obra
maestra. Una inquietante reflexión sobre la guerra y la paz de los vencedores,
que narra el avance de las tropas
americanas por la Italia rendida
y devastada al término de la Segunda
Guerra Mundial. En Nápoles, las madres prostituyen a sus
hijas entregándolas a los soldados por dos dólares, hay una extravagante cena
servida por un general americano en donde se degusta sirena, los sórdidos
asuntos de sexo impregnan cada lugar… Todo ello narrado en un tono ácido y
sarcástico, adornado con gotas neorrealistas y en el tono de una gran crónica
periodística.
La
novela fue rescatada, ya hace siete años, por la editorial Galaxia Gutenberg, que la revivió con una nueva traducción. Eso
implica que las ediciones de La piel en la mítica colección Reno, salten a la vista del
cazador de reliquias de segunda mano. Y Malaparte
no podría quejarse, porque algunas de sus obras, poco a poco, han ido
apareciendo en excelentes ediciones a cargo de Tusquets.
Esa
colección Reno, tan inolvidable como
sencilla de desencuadernar, fue lanzada por Plaza & Janes entre los años 1959 y 1984, un lapso de
tiempo más que suficiente para editar 667
números en un catálogo delirante que muchas veces presentaba libros refundidos,
acortados o resumidos. Entre el maremagno de títulos, convivían desde Sinhué,
el egipcio, de Mika Waltari,
que fue el primer ejemplar de la colección editado en dos tomos, hasta novelas
del noruego Knut Hamsun, pasando por
Pearl S. Buck, Ernest Hemingway, Hans Fallada, Sven Hassel, Stefan Zweig, Morris West, Isaac Asimov
o Harold Robbins. Esta lista lo dice
todo sobre el collage que la colección ofertaba, imposible de obviar en
cualquier tienda de libros de segunda
mano que se precie.
El
segundo número de la colección fue Cuerpos
y almas, de Maxence Van der
Meersch. Todo un clásico del baratillo. Aunque el nombre sugiera otra cosa,
se trata de un autor francés, que obtuvo su mayor éxito con esta novela,
traducida a 13 idiomas, y que narra la vida del doctor Michel Doutreval y el ambiente de la Facultad de Medicina a finales de los años 30 del pasado siglo. La novela fue recuperada en una nueva
edición por BackList, sello
editorial que depende de Planeta.
Un
asiduo de las librerías de segunda mano es el húngaro Laszlo Passuth, que de
entre sus numerosos títulos avasalla en los cajones de ofertas con El
dios de la lluvia llora sobre Mexico (Luis de Caralt editor), un retrato de Hernán Cortés que luego ha sido editado por otra joya para los
bibliófilos, la colección Austral,
pero en su versión más moderna. Y si de húngaros se trata, hay que detenerse en
las novelas de Lajos Zilahy, muy
numerosas en la colección Reno. Primavera
mortal, recuperada por Funambulista,
es un clásico del cajón de las ofertas.
Una
escritora asidua a Reno, Vicky Baum, suele aparecer con su
novela Grand Hotel. La novelista austriaca llegó a ver convertida en
cine la obra, que narra las vidas de los personajes alojados en un hotel de Berlín cuando ya está cerca la Segunda Guerra Mundial, y fue
protagonizada, nada menos, que por Greta
Garbo; nuevamente editada por BackList.
Suele encontrarse en el mismo estante que El astrágalo, de Albertine Sarrazin, curioso título de
una novela sobre reformatorios y reinserciones de los delincuentes en la
sociedad, basada en la propia vida de la autora francesa que, en una de sus
huidas saltó una verja y al caer se rompió esa parte de la anatomía del pie. Ha
sido reeditada por Seix Barral.
En
lo alto del cuadro de honor de las novelas de segunda mano, aparece, en toda su
grandeza, Madrid, Costa Fleming, de Ángel
Palomino. Actualmente es difícil no encontrar una librería de usado que no
posea cuatro o cinco ejemplares de la edición de Círculo de lectores del año 1973.
La portada, todo un clásico, muestra dos manzanas, una sana y rubicunda, y otra
perforada por un simpático gusanito, metáfora de la sociedad corrompida y
viciosa que se ocultaba detrás de la impecable arquitectura moderna de la madrileña
calle Doctor Fleming y su ficticio
edificio Zivago, que bien podría ser
un remedo del mítico y remodelado edificio
Corea, en donde yo he vivido más de 45 años. ¿Existe una sola gota de
literatura en esta novela? Eso es algo que aún tengo que dilucidar.
Por
otro lado, podemos encontrarnos con La sangre, de Elena Quiroga, publicada en la legendaria colección Áncora & Delfín de ediciones Destino. La santanderina se consagró
con esta obra que presenta un narrador muy peculiar: un árbol, un viejo castaño
del pazo gallego El Castelo, que es
testigo de cuatro generaciones de una familia. Y si removemos un poco los
ejemplares polvorientos de nuestra librería de viejo favorita —la mía es Ábaco, que antes se ubicaba en la
madrileña calle de Dulcinea, pero
hace un tiempo que se trasladó muy cerca, a Raimundo Fernández Villaverde— podemos hallar La ciudad amarilla (Planeta) de Julio Manegat. Novela de 1958,
se detiene en un día de la jornada laboral de un taxista barcelonés.
Estas
son, tan sólo, algunas de las novelas habituales que nos saltan a la vista en
cuanto pisamos una librería de lance. Suelen verse acompañadas de otras peligrosas
compañías, como La hora 25 de Constantín
Virgil Gheorghiu (en Reno,
reeditada por esa extraña editorial de rocambolesco nombre: El Buey Mudo), diferentes novelas de Vintila Horia, pero sobre todo ese Dios
ha nacido en el exilio (en Áncora
& Delfín) que se detiene en la figura de Ovidio, o La noria (también en Áncora & Delfín) de Luis Romero.
Otro
asiduo de este peculiar purgatorio
es el norteamericano James Michener con
su Hijos
de Torremolinos (Plaza &
Janés), una especie de novela de carretera sobre seis jóvenes que coinciden
en el Torremolinos de los años 60. También es autor de un
extraordinario libro, Polonia (Plaza & Janés) que recorre la sangrienta y dramática historia
del País. Suele aparecer mucho, y es muy recomendable, una de esas obras
maestras que no conviene dejar pasar.
Algunos
de estos autores merecen su temporadita en el purgatorio, y otros, incluso, un prolongado descenso a los infiernos. Pero la mayoría de los
libros con los que podemos toparnos en una librería
de segunda mano necesitan regresar con urgencia al empíreo de los lectores, porque, además, se lo merecen. Esa es la
grandeza de este tipo de lugares, que la suerte, o la casualidad, pueden
abrirnos las puertas a una maravillosa lectura, algo que jamás podrán
ofrecernos las grandes superficies con sus mesas de novedades, la tiranía de lo
nuevo y el desprecio por la gran literatura.
La
magia, el tesoro, aguarda escondido en una repisa, abandonado, a la espera de
que nos topemos con él y le demos la oportunidad de cambiarnos la vida. Y sé de
qué hablo: hace muchos años encontré en la librería Ábaco, sujetos con una goma elástica, tres volúmenes del novelista
albanés Ismaíl Kadaré, a quién no
conocía de nada.
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