sábado, 13 de abril de 2013

Manual para la policía del Campo literario



Suficiente, era suficiente, ya era suficiente: zascandileando por Internet lo había encontrado, una reseña en la Wikipedia de algo llamado Campo literario pergeñado por un tal Bordieu. Era suficiente, una información más que suficiente con la que poder lucirse preguntando al Archiescritor que lo había citado para una entrevista en la tertulia en el café en donde no se servía café, al que acudiría esa tarde.

El becario de la Revista Literaria llegó al cafetín en donde siempre se reunían los acólitos de la simpar tertulia de Literator, el escritor-besugo, con esos ojos salitrosos, y que a su alrededor juntaba al Gran Escritor Gay, al Posmoderno, a la Escritora Tropical y, hoy, el invitado especial: el Archiescritor acompañado de su discípulo el Joven Infecto de Letras que por máxima aspiración tenía el ser el mayor y mejorado epígono de su maestro. Y al que había que parecerse en todo; como el Archiescritor –entre otras lindezas que lo adornaban- exhibía un extraordinario mal aliento, el Joven Infecto de Letras, de inmediato, cultivó su más pestilente halitosis suprimiendo el lavado dental. Así eran el Archiescritor y su pupilo el Joven Infecto de Letras, una especie de asociación tipo picador y banderillero. Y venga a cuento esta semejanza porque una de las máximas del Archiescritor, publicada con profusión de notas y escolios, era la certeza de que Cervantes reflejó, en su Quijote y Sancho, las figuras de un picador y un banderillero, tal era la enorme afición del escritor por la fiesta…

¡Vaya al grano o estaremos aquí con esta historia hasta mañana! ¡Y a las nueve empieza el fútbol!
Sí señor, si, disculpe la digresión…

Al fondo, tras un rimero de notas y cartas y documentos y escritos de rechazo editorial, contemplaba la escena el Fracasado, embebido en su vasito de vinagre que acompañaba con buches de bicabornato…

¿El Fracasado? Querrá decir el Escritor Fracasado…
No señor, no, sólo Fracasado a secas.
No entiendo.
Ahora entenderá usted: Fracasado a secas, porque si lo denomino el Escritor Fracasado pues matizo la intensidad de su fracaso, y este hombre era fracasado en todo, ¡quizás en lo que menos fracasaba era en lo de escritor!
Comprendo muy bien… prosiga usted…

El becario acercaba la grabadora a los labios bezudos del Archiescritor y buscaba una respuesta sublime a la pregunta que roía desde esa mañana cuando lo de la Wikipedia, que planeaba en su cabeza como se chuparía un hueso de melocotón de muela a muela, bamboleado en las fauces: ¿qué papel ocupa usted en el Campo literario? Si, se refería al Campo de Bordieu –cuyas teorías había leído por encima en el artículo de Internet y con las que se había atragantado, ahora casi como indigesto-. Estaba seguro que esa referencia a Bordieu dejaba su intelecto y afilado instinto periodístico a la altura. Fueron respondiendo:

Archiescritor: Yo, como consagrado y referente mundial, soy referencia y objeto literario, en la cúspide de la pirámide predadora de ingenios, señor feudal del Campo literario (y al tercer día, fíjese muchacho, resucitaré).

Literator (carraspeando y sin poder darse ya tanto boato ante la declaración del Archiescritor): Yo, como faro y referencia para la crítica y estudios nacionales y supranacionales, soy el dueño del castillo que campea y vigila sobre el Campo literario y, claro, ejecuto mi justo y necesario derecho de pernada literaria.

El Escritor Posmoderno: Yo, más que al Campo literario… ¡pertenezco a la Ciudad literaria! –y tan satisfecho, se olisqueó ambas axilas en lo que si muy bien podría ser un velado y sesudo homenaje a Onetti no era sino un acto de suprema guarrería posmoderna del induchable autor reluciente en su bola de grasa y caspa y tras sus gafas de culo de vaso.

La Escritora Tropical: Yo, regento el puticlub del Campo literario, y te puedo hacer precio muchachín (el becario rojizo), soy una meretriz literaria y a golpe de coño publico mis obras. Todas y cada una (y miró de soslayo al Posmoderno, con quien compartía desde tiempo atrás las salivas, ciertos fluidos y algunas olas).

El Gran Escritor Gay: Yo, me opilo en el Campo literario, también me depilo pero eso no viene al caso… decía que me opilo en el Campo literario, me atiborro de un hermoso y pastoso barrizal en el que abrevo y así estoy más lustroso que un cochino con mis novelas…

¡Espere, espere! Ese tal Gay… ¿dijo un cochino?
Sí, es que… era de Bejar… se ve que tenía querencias con eso de los cochinos…
Vale, vale, vaya terminando, que aburre usted.

Ante tamaña declaración (la del cochino) el Joven Infecto de Letras se apresuró a dictar algún disparate al magnetofón cuando un vozarrón se proyectó sobre el café en donde no se servían cafés. Al fondo, después de un chupito de vinagre, el Fracasado, agarrado a sendos Berninis de rechazo editorial, manifestó su posición en el Campo literario: Yo no soy parte ni del Campo ni de la ciudad…

Sorprendido, el becario abandonó el círculo de Literator y plantó la grabadora en la boca del Fracasado: ¿Entonces, a qué pertenece usted? Y el Fracasado contestó: A los cementerios, al columbario, al crematorio… a la fosa común literaria.

Y mientras un nauseabundo olor a séptica inundaba el cafetín, para quebrantar el silencio que como un vómito de asfalto se derramó sobre todos ellos, el Joven Infecto de Letras (que acababa de tomarse un Frenadol para combatir su afección de literatura) trató de reconducir la conversación con un acertado y bien recibido comentario: Señores, aquí lo afirmo: ¡Yo sólo creo en el Archiescritor y en las Caras de Bélmez!

Y fue ovacionado como forma de airear el ambiente opresivo de enfermos de letras y miasmas tipográficas y entonces…

¡Qué bárbaro amigo, pues no es pesado usted! ¡Y cómo aburre! A ver, que me voy a ver el futbol a casa porque aquí en el bar, con usted al lado, como que no… ¿Qué se debe?
Lo lamento caballero, ¿y si le pago otra ronda?
¡Hombre, eso se avisa! Mozo; ¡vinacho y una de pajaricos fritos!


1 comentario:

  1. ¡Magnífico! Estaba pensando en escribir algo así como "¡Qué mal sembrado está el campo literario!", pero tendría menos ironía fina que esto.

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