Estimado amigo: primero debo
disculparme por mi zafio intelecto y mi escasa industria y mi no menor
discreción: en segundo lugar me resulta imperioso el desombrerarme y, si se me
permite, hasta el descabezarme (Procusto que es uno) ante la agudeza: es cierto,
no puedo menos que reconocerlo, mi problema con Eco es ese exactamente: el no
haberlo entendido: no he comprendido nada de lo que he leído de Eco: soy un
cabestro cortito de entendederas y, lo que es peor, de lecturas –lo reconozco y
es más, incluso lo afirmo-, y apenas alcanzo a comprender que los escritos de
Eco son un maná caído del cielo sobre intelectos elegidos entre los cuales mi
¡cráneo privilegiado! no se cuenta: así las cosas, menos mal, amigo, que ahora
los ungidos por esa benéfica lluvia de Eco (es más que benéfica, yo diría que
beatífica, alcanzando a seráfica), lluvia que ha empapado sus entendederas,
podrán alumbrarme el camino cual farol de Hero: me pondré a leer mucho ya que
soy ayuno de lecturas y en ese empeño de saciarme de conocimientos tan duchos
seré un Gargantúa, es más, si los Procnes y Filomelas de la semiótica me nutren
llegaré a todo un Tereo, para ser capaz de atender –como primera intención- y
de entender –como segunda- las teorías de Eco cuando alguien se guste de
explicármelas (haciendo así filigrana y melindre del docere y del delectare y
si se me apura hasta del movere): además, póstreme yo de hinojos porque de
verdad –con lo fácil que habría resultado- agradezco que no se haya recurrido a
la descalificación o falta de respeto confundiendo mis críticas hacia Eco con
mi, verbigracia, forma de escribir y, al fin y a la postre, con mi propia
persona: gracias: gracias: gracias: gracias por no hacerlo: una nube de
decepción –e incluso desencanto- se cerniría diciendo muy poco de la bonhomía y
excelencia que presupongo al otro extremo de Internet (aunque como soy más bien
cerril tiendo a presuponer disparates): gracias por no entrar en esos asuntos
(porque era taaaaaan fácil hacerlo): prometo leer más, amigo, e incluso
asistiré a algunos talleres literarios (aunque realmente desconozco la tarea
que se lleva a cabo en ellos, tal es mi incultura y enanismo mental que me
supongo a una cuadrilla de intelectuales estragados e hiperclorhídricos en
algunos casos, con halitosis en otros, que bizquean de hastío, con las manos
pringadas (siempre) de las grasas de las palabras, con tipos sobre hojas de
periódicos arrojadas por los suelos y repletos de manchurrones, limpiándose con
trapos empapados en vinagres y sulfatos tras acoplar cada letra a cada palabra
y cada palabra en cada frase y cada frase en cada texto): prometo asistir a
estos talleres para mejorar mis sorprendentes preposiciones tan oportunamente
señaladas e, incluso, poder situarme en la cumbre de toda buena fortuna: muchas
gracias por las consejas: no caen en saco roto y desde ahora podré referirme al
Amazonas con la propiedad que demandan sus vocales: esta es mi intención: yo,
que soy un heautontimorumenos (con infinitamente más de tonti que de morumenos,
¡dónde va a parar!), añado voces de Plinio (el viejo, no el de Tomelloso, ese
era sabio más a su manera) para propia laceración y cilicio: no hay libro, por
malo que sea, que no contenga alguna cosa buena, y si no he sabido responder
adecuadamente quizá otro cantará con mejor plectro:
PD:
Escrito desde mi lecho de
Procusto, tan mullidito, calentito, almohadonado de palabritas imposibles y
preposiciones sorpresivas para espanto de tirios y troyanos e, inclusive, de
numantinos cercados (que no cerriles) que muy bajito y en las madrugadas
escuchan, cerquita del oidito, el aparatito de radio medio en susurritos, para
así no molestar a nadie ni meterse en camisa de once varas, sin pisotear
charcos ni velar entierros en donde no había lugar para su palmatoria. Pero
bueno, eso son cosas de numantinos que no alcanzan a deletrear con sentido ni
geografías ni topografías fluviales: ¡qué sabrán ellos!
Sa:lu:dos
Brutal y sutil. Puñetazo con guante de seda.
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