“Así como un escritor siente que nunca fue otra cosa
que escritor –aunque se avergüence al recordar sus primeros ripios o aunque,
como Conrad, se haya pasado años disfrazado de marino-, el suicida siente que
secretamente siempre se ha preparado para su acto final”.
Al Alvarez: El dios salvaje, página
136.
Emecé Editores, Barcelona, 2003.
Traducción de Marcelo Cohen.
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