viernes, 12 de octubre de 2012

Mis dos torres



Cuando desperté, las dos torres continuaban, todavía, ahí: pero resquebrajadas: heridas sus estructuras por las que, como un húmero roto asomado por la piel tumefacta, goteaban los pedazos de huesos retorcidos. En la basa de cada columna una letra escrita en alabastro: la T y la M. Con un bramido aterrador, primero se derrumbó la torre que contenía la T. Al poco, y sobre mi sexo, se desplomó la torre de la M. Sobre el polvo de las ruinas era consciente: para mi efímera vida de insecto se había colapsado una era y empezaban eones bajo la héjira del pavor, el dolor y la muerte: una etapa medieval y pestífera de mi propio conocimiento.


(pintura: El hombre en ruinas -Karl Hofer-).

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