Vivo en una mala comedia de canal perdido
emitida en la madrugada,
cuando los borrachos y los masturbadores
y los apaleados
devoran la teletienda.
En mi comedia no hay protagonistas,
todos son personajes secundarios.
En mi comedia no hay audiencias:
yo soy el único espectador.
Pero en mi vida de sitcom
sí que existe
el coro de risotadas en off:
porque mi vida en la sitcom
provoca carcajadas:
de vergüenza.
Y de pena.
Sí, también de pena.
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