martes, 4 de mayo de 2010

Nunca la dejes marchar


El dolor es como una estaca clavada, como astillas bajo las uñas, como una garra en la garganta. Al final me decidí a escarbar en la caja de los recuerdos. La destapé y me llegó aquél perfume, el maldito perfume. Un puñado de fotos, dagas a mi corazón. Un par de cartas, escritas con la caligrafía de la desesperación, con los trazos del pánico a flor de piel, marcado rastro de sufrimiento... y la tinta corrida por los goterones de unas imposibles lágrimas que jamás debieron caer allí. Sí... las lágrimas son como las gotas de lluvia en los cristales, marcan su propio reguero y, al final de la ventana, se extinguen. Me asomé al fondo de la caja: una cafetería, un bar, mucho Jack Daniel´s, poemas, un puñado de canciones, una tarde de lluvia, un automóvil en la noche, un amigo que insistía "nunca la dejes marchar".
Nunca la dejes marchar.

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