domingo, 16 de marzo de 2014

sex on the beach



jake removía ese cóctel ahora tan de moda aquí en frisco, el sex on the beach, y con la bebida rojiza en las manos componía muecas de estupidez y estupefacción cuando yo trataba por encima de la atronadora música de juan luis guerra que en ese instante sonaba en el local discoteca la metamorfosis, cuando yo trataba de imponer mi razonamiento sobre los motivos por los que augusto monterroso el escritor, sí, ese mismo, el del cuento del dinosaurio, bueno el del microcuento, ese mismo, augusto monterroso, pues que no era un clásico de la literatura o al menos no lo era aún o no todavía y para eso trataba de compararlo con personajes de ovidio y de virgilio y de homero y entiendo que no es un tema de conversación no es un buen tema de conversación que se pueda mantener en un lugar como la discoteca la metamorfosis enorme y repleta de cubanos y chicanos y latinos que movían las caderas y bailoteaban mientras la voz nasal de juan luís guerra insistía en las lluvias de café en el campo pero todo tiene una explicación y la nuestra, la de ambos, la de jake y la mía, era una explicación bien sencilla, éramos filólogos y teóricos de la literatura y profesores adjuntos de un departamento de español en una universidad de frisco y sí eso éramos y todo lo que éramos

así que allí estábamos jake y yo que habíamos salido a disfrutar de nuestro sábado noche por encima de nuestras literaturas y nuestras filologías y nuestro enclenque alumnado cada vez mas desmotivado y cada día más desinteresado y obsesionado con el pelotazo rápido de la novela que los hiciera millonarios como a tom clancy o a stephen king y por ello únicamente bien dispuestos a las clases de escritura creativa pero a nada que ver con esquilo ni con apuleyo y solo obsesionados con zombis y con batallas de galaxias que daban dinero y jake y yo apoyados en la barra contemplábamos a la gente divertirse con la música de gloria estefan y entre trago y trago de sex on the beach sosteníamos la inmortalidad de homero o la de monterroso, que en eso jake era muy obstinado y yo podía ponerme muy insistente argumentando lo contrario que monterroso no había donado ningún personaje inmortal a la historia literaria y jake que sí y que venga con el dinosaurio y yo que no y así pasaba la noche de sábado en ese lugar de frisco

busco a leandro nos dijo una mujer con el rictus de la angustia en la cara y el iphone en alto encendido en modo linterna para proyectar un foco que alumbrara las tinieblas del local y reconocer a su amado que hacía un rato había ido a la barra a por unos cócteles cruzando toda la sala de baile y no había sido capaz de retornar con ella, jake y yo nos miramos atónitos mientras nos protegíamos la vista deslumbrada por el haz de luz, asombrados porque allá teníamos un ejemplo claro de la inmortalidad literaria a la que me refería tan solo un instante antes, esa mujer era el vivo ejemplo de la historia de hero y leandro, literatura inmortalizada en la pista de baile de un antro de copas en frisco, y con la cabeza negamos saber el paradero del tal leandro pero si atendíamos a la historia literaria jamás volvería a encontrarlo, o lo hallaría ahogado en su vano esfuerzo de alcanzar la orilla de su amor

dónde está mi eurídice nos grito a poco rato un mulato nervioso que no cejaba de mirar en todas direcciones porfiando por reencontrarse con su pareja hacía unos minutos detrás de él y cuando se volvió a mirar si lo seguía ella por la pista de baile, ella había desaparecido, jake y yo empezábamos a creer que la culpa de aquel delirio literario encarnado en esa gente era del sex on the beach quizás elaborado con alcoholes de mala calidad porque ese ejemplo meridiano de la fábula de orfeo ante nosotros era para quedarnos aturdidos si en ese instante no hubiera aparecido deyanira para terminar de volvernos locos

deyanira con marc anthony de música de fondo y deyanira con un pullover en las manos y deyanira con una historia de enfados y celos porque al parecer ese pullover no era de su novio hércules sino de un playboy local llamado neso y por culpa de la prenda deyanira había discutido con su novio hércules que para ahogar sus penas había pedido un cóctel de flambeado y el líquido ardiente le había saltado a hércules provocándole unas quemaduras leves que no eran nada comparadas con las quemaduras de los celos en su corazón o una historia parecida nos contaba deyanira mientras la música de chayanne atronaba en nuestros oídos y hacía que jake y yo no entendiéramos nada sumidos en el aturdimiento y entonces

entonces le dije a jake ya ves esto es hacerse inmortal en la literatura no como monterroso tu monterroso y entonces jake iba a decir algo y entonces

entonces el berrido entonces el barrito monstruoso y aterrador de la bestia y lo que entendí como un terremoto al derrumbarse parte del local y perdí el conocimiento y entonces

entonces, había pasado un buen rato, cuando volví en mí, estaba colocado en la hilera de cadáveres pero yo no estaba muerto, recuperado de mi desmayo desperté y vi en la hilera de muertos con el cuerpo reventado a jake y no muy lejos de allí el dinosaurio que había causado la desgracia, que había atacado frisco como un nuevo godzilla, abatido por los disparos de la policía y pude constatar así que

cuando desperté el dinosaurio abatido a balazos por la policía de frisco junto al cadáver desgarrado de jake 

el dinosaurio ya frío y de boca abierta espumada

todavía seguía allí

junto a las ruinas de la disco y el cuerpo de las víctimas y las tripas de mi colega jake y unos agujeros de balazos maduros como sandias de negras pepitas en el corpachón del dinosaurio que todavía seguía allí mirándolo todo con esos ojos tan abiertos y sin vida de quién trajo la muerte sin entender todavía cómo

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