miércoles, 5 de marzo de 2014

heroida



para Gema, en el día de su cumpleaños: felicidad


cuando lo vi allí plantado, en mitad de la sala de espera del aeropuerto, con toda esa barba blanquecina, y me acerqué hasta él, y ese aroma a pipa como de cerezas y el olor tan característico de su colonia, nervioso y temblando, supe que me había rendido, me había rendido al futuro, porque yo era su futuro que aparecía en la sala de espera, y el sería mi futuro, tan diferente a nuestros pasados envueltos en volutas oscuras y aromas de breas
todo el viaje con la firme propuesta de no besarlo así, y zas, nada más verlo, nada más vernos, pero esa barba y ese aroma de pipa que eliminaba mi recuerdo olfativo de brea y sus recuerdos olorosos de amoniaco, porque luego supe que para él las cosas le dolían como el amoniaco igual que a mí los malos tragos me traen un sabor de brea a la garganta y un fuerte olor que se me desliza garganta abajo
lo supe si que lo supe que mi vida sería la suya como la suya la mía y entonces pensé que si mi vida fuera como una helena de troya o una dido o una deyanira luego de estar con él si la cosa no funcionaba siempre podría escribirle una carta como aquellas heroidas hicieron con sus amores al estilo del libro de ovidio
como penélope a ulises
como hipsipíla a jasón
después, descubrí que te astillabas la salud en ese maldito trabajo de alcantarillado viendo a las ratas corretear, pensé que en troya habrías sido un héctor o un eneas que podría haber controlado los pasadizos y el subsuelo, evitando así la entrada de los griegos y, con ello, el desastre estrellado, encendido y centelleante
o tal vez un leandro, esta vez prudente, que sabría nadar y atravesar el canal sin ahogarse, empleando algún pasaje soterrado que vadeara la muralla de agua
como ariadna a teseo
como helena a paris
en ese lugar, la sala de espera del aeropuerto, parece mentira que un lugar de paso tan gélido pueda resultar un sitio tan cálido, allí empezamos a digerir nuestros pasados, el tuyo como un largo trago de amoniaco deslizado tráquea abajo por un embudo y el mío como un caldero espeso y burbujeante de pellas de brea, un caldero de brea hirviente como en el que sumergieron a un hereje los inquisidores en la plaza san marcos de venecia y tras el dolor todo fue dulzura y nubes de malvaviscos y palomitas y ositos haribo
en el avión pusieron una canción, la de leona lewis , la de i got you, y en un instante me imaginé como una de las heroínas de las cartas de ovidio desgranado los sentidos de la micro maquinaria de mi corazón, y poder decirte como filis a demofonte algo así como
que las olas me lleven y me arrojen a tus playas y aparezca yo ante tus ojos
ya sé que luego esta historia se torna en trágica y cruel, pero me gusta quedarme con los pasajes bonitos para ilustrar sentimientos de amor, de este amor desencadenado en una sala de espera de aeropuerto a la llegada de un vuelo de lisboa, seguro que george clooney o tom hanks harían alguna película buena con esto, acaso no la hayan hecho ya
durante mi vida he llorado en numerosas ocasiones, la mayoría de las veces porque el dolor enmudecía las palabras, pero ahora es otro tiempo, tiempo de lágrimas, también, pero de lágrimas de felicidad, y puedo decir como briseida a aquiles que
también las lágrimas tienen el valor de la palabra
mientras en este caso tú, que eres una serpiente de palabras, mi serpiente de palabras, y te alimentas de ellas para poetizar mi nombre, cada vez que lo pronuncias consigues aquello que le dijo dido a eneas y es que
en mi cuerpo se esconde encerrada una parte de ti

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