orgulloso de lágrimas y taquicardia el padrecito
gimoteaba de angustia viendo la actuación de la niñita en el plató de
televisión en ese plató en el que los a-ha decían que el sol siempre brillaba
aunque el padrecito sabía que se trataba de un sol de mentira y como de mierda
y un sol de cagadas y meados y de focos y de maquillajes que provocan
reacciones alérgicas en la piel y ronchas y el sol del plató ahora iluminaba la
actuación estelar de la hijita que se empezaba a convertir en una estrellita de
firmamento rutilante y el padrecito tan orgulloso porque vivía su vida a través
de ella y volcaba su frustración y su fracaso en ella y todo lo que jamás había
conseguido y todo lo que nunca había podido conseguir y todo lo que jamás
conseguiría lo obtendría ahora ella la hijita y desde una esquina de la tramoya
del plató en donde siempre brilla el sol el padrecito con la cabecita rapadita
al cero y dos lagrimitas que surcaban su carota henchida por la quimioterapia
se emocionaba con la actuación de la hijita en el live show de famosos fugaces
presentado por el gran despojo humano que poco después elegiría morir de una
sobredosis y el show auspiciado por tres cantantes de baja estofa y pocos
méritos pero muchas activaciones de márketing y discos de oro concedidos y
otorgados y logrados con tejemanejes y toda una trayectoria de talento
masturbatorio y elogios prefabricados y en la esquina de la tramoya el
padrecito cacerígeno y linfático que vivía la vida del éxito a través de su
hijita y se realizaba en su hijita y deseaba tanto vivir en ella que el
pequeñito tumorcillo de esos ganglios rebeldes e infectados que le rebullía en
el interior se traspasó a la niñita que entonaba con entusiasmo e infinita
tristeza la cancioncita de avril lavigne my happy ending en sus dos minutitos
de gloria y el padrecito tan empeñado en vivir a través de ella necesitaba que
incluso su cáncer arraigase en ella con la raíces del éxito y la quimio y el
sufrimiento y el padecimiento y la infección y la urticaria del linfoma de
hodgkin los hiciera eternos mientras los aplausos estallaban en el plató y
saludaban el triunfo de la hijita que allá dentro muy profundo en su interior
eclosionaba con mimo el tumorcito que aumentaría voraz con cada nuevo elogio y
con cada presentación en el plató por parte del gran despojo humano que a poco
fallecería de sobredosis y el tumorcillo se haría pelota y la pelota éxito y la
vida del padrecito así encontraría sentido en la carne y vísceras de la hijita
y todo iluminado el tumorcillo que arreciaba en el interior de la niñita por
los focos de ese plató en donde se alumbró el cáncer linfático alimentado por
una extraña fotosíntesis porque como dicen a-ha el sol siempre brilla en un
plató de televisión
martes, 4 de marzo de 2014
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Terrible y extraordinariamente intuitivo.
ResponderEliminarGracias Gloria por tus comentarios, sabes que agradezco mucho cualquier respuesta en este blog al que tengo tanto cariño...
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