-Yo, caballero, intento que todas mis obras sean como los escritos de
Galdós…
-¿Y cómo conseguir eso? No me parece una aspiración sencilla…
-¡Oh, sí que lo es! Yo escribo mis novelas a mi aire…
-¿Y cómo hace para lograr que se parezcan esos textos a Galdós?
-Sencillo: una vez terminadas, preparo una olla de potaje de garbanzos
de lo más nauseabundo posible y voy y sumerjo mis originales ahí… que se
empapen bien de esa grasilla anaranjada y repugnante y… ¡eh, voila! Listos para
leer, empachar, indigestar y, si se leen en la cama, poco antes de dormir:
propician buenas y densas pesadillas.
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