domingo, 13 de mayo de 2012

Telas de araña


y definitivamente, ya puedo afirmar, y firmar también, en la despedida de mis cartas, que he vuelto a mi Vida Antigua al igual que antes, como Dante, experimentaba una Vida Nueva, y me despedía citando y aludiendo a mi Vida Nueva, como Dante, y puedo retornar, también, a mi oscurecido rincón, rincón oscurecido en donde puedo quitar, de un manotazo seco y despótico, también amargo, las pequeñas telarañas que allí apenas habían empezado a nacer, en el rincón oscurecido, y verificar que mi cuerpo sólo sabe de acuclillarse y llorar, en el rincón oscurecido, moldeada como está mi desgracia a esa esquina del rincón oscurecido, y torneadas como se encuentran sus aristas, las aristas de la esquina del rincón oscurecido, piezas de un puzle del rincón oscurecido que encajan a la perfección con las vértebras de mi espalda, mi espalda apoyada en las aristas del rincón oscurecido, del que he quitado las telas de araña de un manotazo seco y despótico, también amargo, unas aristas, todas ellas, acostumbradas a mis formas: a las formas o a la eterna forma de mi desgarro

No hay comentarios:

Publicar un comentario