“El desacuerdo sobre la función de la literatura profetiza, asimismo,
un futuro vacío de contenido, aunque en el inmediato pasado la obra de arte
literaria, sin la ayuda de la propaganda y la mercadotecnia, haya despertado
millones de mentes al esplendor y a la miseria de la vida humana. Lo que ahora
despierta la curiosidad es la marca del autor; pero, cuidado, porque los
productos comerciales llevan una fecha de caducidad”
Germán Gullón.
Los mercaderes en el
templo de la literatura.
Caballo de Troya, Madrid, 2004, pp. 37.
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