Hoy
no estabas a mi lado.
Tan
lejana, que pareces colgada del otro extremo del mundo. Esta noche pude extender
el brazo y palpar las cáscaras punzantes de mis otras vidas. Hoy no habitabas
entre el mar de mi costado y la ribera calmada de tu cadera. Hoy todo era luz
en la oscuridad; sí, luz… luz por el destello helado que brillaba para admitir
tu ausencia.
Hoy
no estabas a mi lado.
Tan
lejos, desaparecida en el mapamundi de mi respiración, en el reverso de mis
temores, y no prestabas tu espalda como asidero a los brazos de ese pulpo que
agita mis miedos.
Hoy
todo fue luz negra.
Luz
negra y brillante, luz de noche, luz en la cama, mientras tú estabas tan
ausente, extraviada por entre las dobleces de ese origami que cubre los dos
hemisferios plegados que abisman nuestro mundo, un mundo quebrado por
kilómetros de carretera.
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