sábado, 21 de agosto de 2010

Insomnio


No dormir es más doloroso que vivir. Las horas se clavan en la carne de los párpados y taladran las articulaciones de las rodillas. Las horas ennegrecen de ojeras el corazón y aplastan los pulmones con el peso de sus silencios. Las horas son las enemigas en las noches en vela, cuando podría aprovechar para imaginar paraísos y felicidades compartidas en ese fino instante antes de caer dormido, cuando podría aprovechar para soñar con eso, en ese momento en el que todo, absolutamente todo, es posible (hasta eso que imagino, sí, eso también, sobre todo eso), pues el insomnio me trae pesadillas y angustias con sabor a noche, con sabor a estrellas descascarilladas, a luna roja de sangre de odio, a bóveda celeste apagada por el eclipse de mi voluntad. El insomnio es más doloroso que la vida porque, en él, con él, descubres lo solo que estás, que no tienes a nadie al lado con quién compartir esas horas que se te encarnan en la yugular.Y dejas que el fino vidrio del tiempo te desgarre hasta desangrarte al llegar la madrugada.

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