En un recodo del frente del Isonzo, en junio de 1915:
-¡Pollak, elija a tres hombres y alcance ese recodo del río! -le ordenó el capitán Tadeusz. Oskar dudó, no se imaginaba que recibiría una orden así, que tan certera y fríamente le enviaba a la muerte.
-¿A que diablos aguarda Pollak? -Oskar esperó un poco antes de obedecer la orden por ver si el capitán reflexionaba, se arrepentía y elegía a otra persona para la carnicería...
Lo peor de todo fue que le obligaron a elegir a otras tres personas, tres desgraciados más para que murieran con él. Ni tan siquiera supo como se llamaban, pero le acompañaron en la inmolación. De dos de ellos tan sólo conocía el infame apodo, del otro, ni siquiera eso. “¡Tú, tú y tú!”, dijo con un gesto mecánico y, tras un leve golpe de cabeza, ellos lo siguieron.
El grupito no consiguió ganar la posición, a mitad de camino perecieron bajo el fuego de la fusilería italiana que se asentaba sobre unas rocas colindantes.
El capitán Tadeusz miró para otro lado, eligió a un nuevo soldado y le ordenó que seleccionara a tres hombres más para ocupar la curva del río.
Con el paso del día, el recodo terminó por carecer de importancia táctica. Ante la pujanza de los italianos, fue abandonado, tras la retirada de las tropas austrohúngaras.
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