Estaba viendo un DVD de los Jam: un viejo concierto en Newcastle: entonces pensé: lo pensé: tú aún no habías nacido, ni siquiera habías nacido por entonces: aún faltaba, la verdad, mucho tiempo para eso: y para que, después, me llenaras como me has llenado y luego me vaciaras como me has vaciado. Pero flotabas, sí flotabas: aunque no habías nacido todavía, flotabas. Flotabas: entre Weller y Foxton, sobre el escenario: entre las notas de Going Underground. Flotabas: y eso que ni habías nacido. De hecho, aún quedaba mucho tiempo para eso: demasiado tiempo. Y sin embargo: allí estabas. Y estoy seguro que Weller y Foxton podían sentirte entonces como yo te siento ahora.
Tanto tiempo: como lo de Butragueño: lo he visto formarse, crecer, triunfar… cuando lo de Querétaro, consagrarse, declinar y retirarse. Todo eso: en demasiado tiempo y en demasiado poco tiempo. Y tú no habías ni nacido cuando lo de Querétaro. Fíjate: toda una carrera, toda una vida hecha y desecha y vuelta a rehacer: y yo aquí. Tan sólo: sin nada. Sin haber hecho, aún, nada. Y él con lo de Querétaro. Y tú sin nacer.
Pero: ¿a quién puede importarle esto ya?
Me conformo con saber que puedo sentirte en las imágenes y fotos de tiempos en los que ni te conocía: en tiempos en los que ni habías nacido. Como cuando lo de Nacha Pop. Ya sabes: los torpedos y los patos van a salir esta noche. O cómo cuando estaba en Bulgaria: y crucé por el paso subterráneo de la ciudad aquella: entonces, entonces pude sentirte en las calles, en las placas con sus nombres escritos en cirílico. En los trolebuses. En el adoquinado. En los billetes desgastados, manoseados. Y no: no habías nacido siquiera.
Tiempos en los que no habías nacido.
Aún.
Para llenarme y vaciarme.
Llenarme y vaciarme.
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