Hace un año. Hoy hace un año: y sigo respirando.
Hoy hace un año y ahora estoy cenando, sólo, aquí en este hotel de Fuerteventura, inimaginable hace un año. Al sentarme: la primera daga: me habían colocado enfrente tenedor, plato, vasos, cuchillos… rápidamente ha venido el camarero a disculparse, ignoraba que estuviera sólo. En efecto, hoy no espero compañía… repuse, mientras me rompía por dentro.
Hoy hace un año: y sigo pensando.
En la mesa un vino chileno, al lado unas cuantas parejas de alemanes de carne roja y pescadito en el plato, y algunos niños pequeños que son reprendidos por sus padres y pronto aprenderán a odiar a sus padres y tal vez sean, en unos años, unos magníficos asesinos en serie.
Hoy hace un año y sigo latiendo.
Navego por entre la comida y por el mundo binario que florece en el comedor, son mi Escila, mi Caribdis, y todos esos desastres. Luego, tomando un Arehucas en la terraza: segunda daga: en la radio suena The sweetest thing, de U2, y esa canción me conmociona. Te imagino sentada enfrente, y me despido de esos ojos (de los que ya me despedí hace tiempo) y de esa sonrisa y de tu pelo. Camino de la habitación, con cuatro rones en el cuerpo, es difícil acertar con las llaves. Pienso que si estuvieras aquí, i wish you where here, me ayudarías con las llaves. Pero, claro: si estuvieras aquí no necesitaría esa ayuda, no llevaría esos cuatro Arehucas encima, y si estuvieras aquí quizás ni siquiera estaríamos aquí porque no me habría hecho falta venirme hasta Fuerteventura, bajo un cielo que arde alejado y perdido de todo ahora que hace un año.
Hoy hace un año y sigo palpitando…
¿Seguro?
Debería reunir valor y colgarme en la habitación, en este rincón de Fuerteventura abandonado, cerca de la playa nudista, de la plancha de la barbacoa y de la piscina de agua salada. A eso es a lo que realmente venía, pero una vez más, me han fallado las fuerzas.
¿Pero es que tú no cuentas el tiempo? ¿No lo sientes pasar? O, simplemente, es que te da igual…
Hoy hace un año:
Y sigo sangrando.
Hoy hace un año y ahora estoy cenando, sólo, aquí en este hotel de Fuerteventura, inimaginable hace un año. Al sentarme: la primera daga: me habían colocado enfrente tenedor, plato, vasos, cuchillos… rápidamente ha venido el camarero a disculparse, ignoraba que estuviera sólo. En efecto, hoy no espero compañía… repuse, mientras me rompía por dentro.
Hoy hace un año: y sigo pensando.
En la mesa un vino chileno, al lado unas cuantas parejas de alemanes de carne roja y pescadito en el plato, y algunos niños pequeños que son reprendidos por sus padres y pronto aprenderán a odiar a sus padres y tal vez sean, en unos años, unos magníficos asesinos en serie.
Hoy hace un año y sigo latiendo.
Navego por entre la comida y por el mundo binario que florece en el comedor, son mi Escila, mi Caribdis, y todos esos desastres. Luego, tomando un Arehucas en la terraza: segunda daga: en la radio suena The sweetest thing, de U2, y esa canción me conmociona. Te imagino sentada enfrente, y me despido de esos ojos (de los que ya me despedí hace tiempo) y de esa sonrisa y de tu pelo. Camino de la habitación, con cuatro rones en el cuerpo, es difícil acertar con las llaves. Pienso que si estuvieras aquí, i wish you where here, me ayudarías con las llaves. Pero, claro: si estuvieras aquí no necesitaría esa ayuda, no llevaría esos cuatro Arehucas encima, y si estuvieras aquí quizás ni siquiera estaríamos aquí porque no me habría hecho falta venirme hasta Fuerteventura, bajo un cielo que arde alejado y perdido de todo ahora que hace un año.
Hoy hace un año y sigo palpitando…
¿Seguro?
Debería reunir valor y colgarme en la habitación, en este rincón de Fuerteventura abandonado, cerca de la playa nudista, de la plancha de la barbacoa y de la piscina de agua salada. A eso es a lo que realmente venía, pero una vez más, me han fallado las fuerzas.
¿Pero es que tú no cuentas el tiempo? ¿No lo sientes pasar? O, simplemente, es que te da igual…
Hoy hace un año:
Y sigo sangrando.
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