Péter Esterházy, en Los verbos auxiliares del corazón:
“Las ganas de llorar recorren mis entrañas como un bicho asqueroso. Un bicho peludo y empapado, quizás un hurón. O un cachorro de chacal. O una rata panzuda. Espacios enormes y vacíos se alternan en mí con espacios negros y pesados. Los intestinos son los pasillos (…) Sólo hay en mí un hedor a alcantarillas. No hay nada más. No hay nada. Nada”.
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