Ella, entre el Danubio y sus brumas, detrás del Puente de las Cadenas, apareciendo detrás del bronce del león.
Pero estás en Loreley, sintiendo con la sirena, allá, después donde la Esquina y la conjunción del Rin y del Mosela, en Coblenza, donde una vez me compré una pipa... como pondría Günter Grass en un poema suyo.
Ella, en el Danubio, entre sus brumas: me gustaría, aunque fuera por unos instantes, yacer en Ohlsdorf, para estar algo más cerquita de ti.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Adios a unos ojos
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