... porque soy la estatua de federico rubio en la
noche de insomnio y cabrona: en el parque del oeste de madrid hay una estatua
de un médico de principios de siglo, helada en la primavera oscurecida del
recuerdo, su lateral y su frontal se hirieron con los balazos del frente de
ciudad universitaria cuando eran tiempos de barbudos brigadistas sudorosos y en
alpargatas, de moros falangistas que defendían la raza y de nieve de cristales
en las aulas y pasillos abecedarios de filología... soy como esa estatua de
federico rubio: soy un federico rubio de granito picado en la espalda por
vosotras que me cruzasteis la piel con las escariaciones de vuestros nombres y
por delante magullado y horadado de pequeñas fístulas por vosotras que me
llagasteis con las caricias de unas manos insinceras que parecían remojadas en
vitriolo... soy esa estatua: costrosa por la espalda y el pecho para ya no
saber que dirección tomar, si hacia el pasado en una muerte de lepra o al
viento inficionado del futuro en una agonía de carcomas mientras el taxi recorre la rapidez de la ciudad en la noche de
insomnio y cabrona y me descascarillo sobre la tapicería en un reguero de
blancas esperanzas ametralladas de blancas angustias de blancas asfixias de
blancos desánimos como gruesas lonchas de pedazos de yeso
viernes, 27 de abril de 2012
Soy la estatua de Federico Rubio
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