Dos veleros que se cruzan, altivos, frente a una cala arenosa del mar Mediterráneo. Eso fuimos.
Dos superpetroleros que coinciden, uno junto al otro, en mitad del océano Pacífico, que hacen sonar sus poderosas sirenas y braman y rugen las chimeneas con desprecio. Eso somos.
Dos buques de guerra que se encuentran en la batalla y se aniquilan sin compasión, no existe la piedad en nuestras tripulaciones. Eso seremos.
Dos enmohecidos paquebotes, de madera florecida y cubierta de verdín, varados para siempre en un astillero mugriento, arrepentidos por habernos torpedeado así, dolidos por habernos hecho tanto daño en nuestras líneas de flotación.
Dos embarcaciones desahuciadas, de velas rasgadas y timones quebrados, paralizados en dique seco, aguardando a que llegue la hora triste, la del miserable desguace.
Así acabaremos.
tremendo
ResponderEliminargracias...
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