Cariño:
¿Cómo van las cosas en tu pequeño mundo?
Hoy puse, por casualidad porque, la verdad, lo tenía casi olvidado, como nuestro amor, el 101 Live de Depeche Mode. En cuanto empecé a escucharlo empecé a recordarte: para mí has sido una fila de copas en la barra de una discoteca e, incluso, ese olor, ese olor a bourbon apurado ya casi al amanecer. El sonido industrial y el ritmo machacón de People are People me recordaba al estrago que tus ojos hacían en mi pecho. Cuando me mirabas: me atravesabas. Never Let Me Down Again. En directo en el Rose Bowl de Pasadena… luego hubo otro estadio norteamericano e importante en nuestras vidas, ¿te acuerdas?, en donde Tassotti le rompió la nariz a Luis Enrique y cuando nos eliminaron con aquel gol de Baggio (Abelardo impotente que estiraba la pierna sobre la línea de meta) y yo me rompí la camiseta de The Alarm que llevaba desde hacía años como una reliquia y ya estaba hecha jirones, y me la arranqué y la arrojé por la ventana coincidiendo con el pitido final del partido y tú te reías por lo vehemente de mi reacción y luego yo me tuve que marchar a pinchar al Ay Jalisco, entre vaporadas de la pizzería de al lado que salían por el conducto del aire acondicionado y poner a Madonna (creo que era la época del Vogue), a Brian Adams y con ese encargado que era del Deportivo de la Coruña y no hacía más que pedirme canciones de Queen y el relaciones que venía a la cabina a charlar conmigo un rato y era un tipo majo, la verdad. Y es cierto que el sonido del público tal vez esté demasiado alto en ese disco, en el 101 Live, incluso que Gahan y compañía sean más fríos e incomunicativos que de costumbre, pero cuando escucho Just Can´t Get it Enough y Everything Counts no puedo dejar de recordarte, de sentirte tan dentro de mí, de pensar en cómo nos hemos podido perder tantas cosas desde entonces, en todo lo que habríamos podido vivir juntos y en esos momentos en los que, abrazados, escuchábamos Master and Servant y todo nos parecía lo más hermoso del mundo, que vivíamos los momentos más hermosos de la existencia, que a la vuelta nos esperaba lo más hermoso de nuestra vida aunque, si de repente oíamos Never Let Me Down Again una sombra de duda, que era de certeza, ya oprimía la felicidad de nuestros corazones tan ahítos de Jack Daniel´s. No había dudas: todo era una cuestión de tiempo. A Question of Time.
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