Toda la noche he estado oyendo a los Ramones. Hey, ho, let´s go! Y de verdad, lo han conseguido, lo han conseguido de nuevo: ponerme la piel de gallina. Y hacerme recordar a cuando ella y yo íbamos a sus conciertos (¿cuántas veces tocaron en Madrid, cinco, seis?) puestos hasta arriba, empapados en alcohol también, y empezaban a demarrar esa masa informe de sonido desde el escenario del Palacio de los deportes del Real Madrid. Muchas veces no sabías que canción tocaban hasta que no alcanzaban el estribillo: entonces, KKK, o Sheena, o Blitzkrieg, ya sabes, entre saltos y empujones y el subidón de la droga: Hey, ho, Let´s go! y 40 canciones en una hora y one, two, three y vuelta a empezar, a licuarnos el cerebro y nuestros corazones estallando al unísono. El paraíso tiene que ser como aquello. Rockaway beach.
Esta noche me pusieron la carne de gallina, sí, y me hicieron recordar: Bonzo goes to Bitburg. Y después, aquella actuación lamentable como teloneros de U2 en el Calderón: minúsculos entre los graderíos y la masa de volumen informe, de su sonido, acomplejada, enferma, disminuida. Pinhead.
¿Recuerdas aquellas Navidades en Londres, cuando yo no podía dejar de cantar su Merry Christmas (I don´t want to fight tonight)? Y tus besos frente a al verja verde de Wimbledon. Y los whiskys en el Nueva Visión.
En cierto modo eso pasó: han ido muriendo los músicos de los Ramones y es el reflejo de como hemos ido muriendo nosotros. Pet Sematary. No, no quiero vivir mi vida de nuevo.
Fueron demasiado buenos. Todo aquello fue demasiado bueno para ser cierto. Tomorrow she goes away.
Estuve absolutamente loco por ellos, como estuve absolutamente loco por ella y ahora estoy absolutamente enloquecido por ti… pero hay una salvedad: quién no vivió aquello, ni de lejos puede imaginarse lo que fue: lo que fue todo, incluso contemplar a ese larguirucho de Joey berreando sobre el escenario. No, hay que haberlo vivido. No tenéis ni idea, ni la más remota idea…
Yo siempre los vi con ella. Y tú no le llegas, todavía, ni a la altura de sus Doctor Martens. Hoy tu amor, mañana el mundo…
Gabba, gabba, hey!
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