desde la barra acolchada del bar
color vino tinto
te giraste y me clavaste tus ojos
y tu sonrisa
y tu gran uña de velociraptor
me sajó el vientre
junto a la mullida barra del bar
amarillo vómito
brotaron los intestinos
cuerdas de mi desgracia
el estómago
donde aún te digiero
y el hígado
que inventó toda una farmacopea
por ti
y los riñones (esos que filtran
para ti)
junto a la barra acolchada del bar
junto a la barra de bilis
con tu uña de velociraptor
extrajiste
de la media luna de mi sangre
los crujientes de mi vida
la montonera de vísceras
quedó atrás mientras te alejabas
entre el nauseabundo vaho
del matadero
-de nuevo un matadero-
y de la uña
-una uña como la de un escorpión-
prendidos jirones de carne
sangrientos pedazos de música
encrudecida
tú mi dinosaurio de whisky
yo tu pajarillo de agua tónica
que a manos llenas recuperaba los
despojos
en el interior de mi herida de
sandía
y se supone que yo tenía que
sonreírte
después
de todo aquello
conténtate con que hoy
he soñado
de nuevo
con un dinosaurio de plumas
con un velociraptor de ron
y con unos cubitos de hielo
ensangrentados
entre los amarillos cascajos
del limón
de mis recuerdos
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