Ya tengo en el torrent la película de El sur, la de Saura sobre el cuento de Borges, sí, ese cuento que trata de un tipo que es operado de gravedad, y con un afán recuperado por la vida, decide irse al sur de Argentina como un homenaje a su renacida existencia y, allí, en guiño cruel del destino, se mete en una reyerta con un gaucho y ya tengo en el torrent la película de El sur, la de Saura sobre el cuento de Borges, pero hay pocas semillas para compartirla, somos muy pocas abejitas en el enjambre, estamos en un panal extraordinariamente pequeño, de celdillas microscópicas, y es una pena, porque si me pudiera descargar la película antes de que se me comiera el fin de semana se la podría dar a la persona que me la ha encargado, una bella muchacha alemana que conocí en el departamento de filología, es un poco brusca, pero ella necesitaba la película para su tesis doctoral, y cómo pedía las cosas, con esa dureza, esa rigidez teutona, en seguida me imaginé cómo sería hacer el amor con ella, su cuerpo tieso y envarado emitiendo órdenes que debería aceptar sumiso, y sí, estaría bien, ahora hazme esto y hazme lo otro, y ahora ponte aquí y tócame allí, y sí ya tengo en el torrent la película de El sur, la de Saura sobre el cuento de Borges, la del tipo que sale de una operación para meterse en una riña con un gaucho, una riña a navajazos y, un momento, seguro que hacer el amor con la alemana sería como un Deutsches Requiem, o una nueva Emma Zunz, y me haría daño, y hasta sangre, es sangre lo que aflora a mi vientre, mi vientre es un Aleph, pero no concentra en ese punto todo el universo sino que concentra todo el dolor del universo ensangrentado porque abro los ojos al cielo polvoriento del Sur y abandono el semillero del torrent y descubro que soy Dahlmann, el del Sur, el del cuento de Borges, momentos después de que el gaucho me haya atravesado con su daga, daga que acaso yo no supe manejar, y el tiempo desleído, se alcanza el final de la página del cuento, y tendido sobre el camino reseco de soles de zopilotes, entre borbotones de sangre que manan de la boca como insectos, como abejitas zumbonas, como un pequeñito enjambre que me brotara de los labios, pronuncio los nombres de varias lectoras, reiteradas lectoras de Borges, a quién ellas vuelven una y otra vez, para que detengan al gaucho y a su daga, aunque ahora nada puedan hacer ya por salvar a este Dahlmann desventrado y arrojado del semillero
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