Agonía de motores
acobarda el horizonte.
Hélices sepulcrales
masacran esperanzas.
Por allá vinieron los aviones
y su dedo retorcido,
áspero de reúmas,
estacó el cielo quemado de azul.
Ataúdes, cruces carenadas de muerte,
lluvia herrumbrosa pulverizó el bronce de Lutero.
Praguerstrasse, ruinas castilladas sin cuervos,
ruinas castilladas con buitres.
Por allí, por allí vinieron...
La mayor desgracia fue
que me dejaron vivo.
Me ha gustado. Es fácil evocar desolación al leerla.
ResponderEliminarMuchas gracias, no esperaba encontrarme un comentario tuyo por aca, me ha hecho mucha ilusión!
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