Yo: Mi literatura es moribunda… creo que es el momento de enviarla al
tanatorio… allí embalsamadita, colocadita, en sus últimas horas, tras un cristalito…
Ella: Pobre imbécil…
¿y quién te crees que se molestaría en ir a verla?
Reflexiones de una mente enferma sobre el mal de la escritura
No hay comentarios:
Publicar un comentario